Las cataratas del Niágara (Niagara Falls) son un grupo de cascadas situadas en el curso del río Niágara, en el noreste de América del Norte en la frontera entre Canadá y Estados Unidos. Situadas a unos 236 metros sobre el nivel del mar, su caída es de aproximadamente 51 metros. No es una gran altura pero se trata de las más extensas y voluminosas cataratas de todo el Norte de América ya que por ellas pasa toda el agua de los Grandes Lagos.
Originalmente la palabra "Niágara" significaba "trueno de agua" en la lengua iroquesa, un nombre que le pusieron los ongiara, una tribu iroquesa conocida como "los neutrales" por los conquistadores franceses, ya que sirvieron como mediadores en las disputas con otras tribus.
El conjunto se compone de la «catarata canadiense» (en Ontario), la «catarata estadounidense» (en el estado de Nueva York) y la «catarata Velo de Novia», más pequeña. Entre las cataratas canadienses y las estadounidenses se encuentra la isla de la Cabra (Goat Island).
El origen de las cataratas se remonta 10.000 años atrás, en esa época la región de los Grandes Lagos era un enorme glaciar que a medida que avanzaba fue excavando roca y tierra hasta convertir los ríos existentes en enormes lagos y cuencas.
Río abajo se encuentra el remolino del Niágara (Niagara Whirlpool), una depresión de unos 38 metros de profundidad que se formó hace 4200 años cuando se retiró el hielo del último periodo glacial y las aguas del deshielo excavaron un antiguo desfiladero enterrado. Este desfiladero era casi perpendicular al río por lo que el cambio brusco de dirección unido a la gran velocidad del agua (hasta 9 m/s) han formado una cuenca redondeada en la que se acumulan turbulentos remolinos.
Un teleférico cruza los peligrosísimos remolinos del Niágara |
No está muy claro quien fue el primer colono en descubrir las cataratas y, desde mi punto de vista, tampoco es algo relevante; eran conocidas por toda la población local y tarde o temprano lo iban a ser también fuera de América.
Cuando Nikola Tesla (que cuenta con una estatua en las cataratas) descubrió la corriente alterna empezaron a instalarse compañías eléctricas que vieron claro el potencial energético de este accidente geográfico. Desde entonces esta región alberga numerosas plantas eléctricas, actualmente, entre el 50% y el 75% de la corriente del río Niágara es desviada a las plantas hidroeléctricas.
Pronto se convirtió en un lugar pionero en la construcción de puentes colgantes y durante gran parte del siglo pasado fue uno de los lugares más punteros tecnológicamente hablando del planeta. Rodajes de películas, espectáculos de magia y funambulismo, escapistas, conciertos musicales... todos querían actuar con las cataratas como telón de fondo.
Las cataratas iluminadas de noche |
A esto se le sumó el auge del turismo, sobre todo tras el fin de la guerra mundial. El hecho de ser accesible en coche desde Nueva York hizo de este lugar un destino muy demandado (en 2003 por ejemplo las visitaron más de 14 millones de turistas).
Lo que antaño eran unos terrenos privados en los que había que pagar a sus dueños para que te dejasen ver las cataratas a través de un agujero en una valla, se convirtió en una reserva estatal. Los gobiernos de EEUU y Canadá firmaron varios acuerdos para limitar el desvío de agua y en 1969 llevaron a cabo uno de los trabajos de preservación más espectaculares al desviar el flujo del río y secar por completo las cataratas.
Las cataratas secas durante los trabajos de conservación en 1969 |
Unos años después de la Guerra de 1812, las cataratas del Niágara comenzaron a convertirse en una atracción turística; en la década de 1820 ya existían tres hoteles que hospedaban a los visitantes de las cataratas. Uno de estos hoteles fue el promotor del primer espectáculo sobre las cataratas. Los propietarios del hotel adquirieron una goleta y anunciaron que enviarían la barca llena de animales sobre las cataratas Horseshoe. El evento tuvo lugar el 8 de septiembre de 1827 ante un público de unas 10.000 personas. Tal y como estaba previsto, la mayoría de los animales lograron escapar de la barca antes de que la goleta se estrellara contra los bancos de arena y fuese arrastrada hacia las cataratas. Esta oda al maltrato animal supuso el comienzo de 170 años de historia en la que hombres, mujeres y mascotas, han desafiado al Niágara en busca de fama y fortuna: son los llamados "daredevils del Niágara"
Los Daredevils
Sam Patch, el primer daredevil |
Los daredevils pueden traducirse como “temerarios”, personas que deciden correr riesgos innecesarios en sus vidas, ya sea en busca de fama, dinero o simplemente por la emoción. Si bien hoy en día estos trucos se realizan tras un estudio que permite predecir las posibilidades de éxito, hace un siglo los riesgos eran tan grandes que las probabilidades de sobrevivir se volvían ridículas, cercanas al suicidio. La mayoría de los daredevils llevaban publicidad impresa en sus locos cacharros, pero la financiación tampoco era la peor de sus preocupaciones, muchos de ellos solo querían dar un giro a sus vidas, lograr una efímera fama que los permitiese salir de la miseria. La clave del éxito era ser el primero, todos los siguientes serían un espectáculo pasajero para unos espectadores indiferentes cuya única curiosidad es ver si algo sale mal.
En 1859, el equilibrista Jean Francois "Blondin" Gravelet logró cruzar las cataratas sobre un cable suspendido, añadiendo una variante más a las muchas formas de morir en estas cataratas. Desde entonces todo funambulista que se precie debe pasear alguna vez en su vida sobre las cascadas. El Gran Darini lo hizo con los ojos vendados mientras que en otra ocasión se preparó una tortilla en mitad de la cuerda.
El primer paseo por la cuerda floja de Blondin a través de las Cataratas del Niágara el 30 de junio de 1859 |
El 24 de julio de 1883, el inglés Matthew Webb, el primer hombre que cruzó a nado el canal de la Mancha, se propuso cruzar a nado las cataratas del Niágara. No lo logró, tras pasar 10 minutos atrapado en un remolino murió ahogado.
Carlisle D. Graham
El domingo 11 de julio de 1886, las Cataratas del Niágara fueron testigo del primer truco de barril: Carlisle D. Graham, un fabricante de barriles inglés que había emigrado recientemente a Filadelfia, presentó un barril hecho a mano de láminas de roble y aros de hierro. Su primer viaje comenzó en lo que ahora es el Puente Whirlpool y descendió a través de los rápidos del gran desfiladero y el remolino, una zona clasificada como "Clase 6 - Extremo" en la escala internacional de dificultad de un río. Graham, que medía 1,80 metros de altura tuvo que encogerse una vez dentro del barril para permitir la tapa hermética se atornillara encima suyo. En el interior dos asideros le permitieron sujetarse durante los 30 minutos del viaje. Graham sobrevivió y se convirtió en el primer "artista del barril", pero acabó extremadamente enfermo y mareado por el viaje.
Charles D. Graham y su barril |
El 8 de agosto de 1886, dos compañeros de Graham, George Hazlett y William Potts, conquistaron con éxito este mismo tramo de río utilizando el mismo barril, ambos sobrevivieron ilesos. Esto animó a Graham a anunciar que el 19 de agosto de 1886 haría un segundo viaje, pero esta vez con la cabeza fuera del tonel. Un día antes, James Scott había perdido la vida al intentar nadar en esos mismo rápidos, pero eso no frenó a Graham que acabaría su viaje con éxito pero que también sufriría sordera el resto de su vida por haber llevado la cabeza fuera del barril.
Martha Wagenführer [Orrin E. Dunlap, 1902] |
El 6 de septiembre de 1901, Graham prestó su barril a Martha Wagenfuhrer de Buffalo, Nueva York. La señorita Wagenfuhrer se convirtió en la primera mujer en navegar con éxito los rápidos y el remolino sola.
Un día después, el 7 de septiembre, Graham había planeado una doble actuación con una amiga, Maud Willard. Este número debía superar todo lo visto hasta la fecha, el truco definitivo...
Maud Willard
Maud Willard era una actriz de variedades de veinticinco años de Canton, Ohio. Junto con Carlisle Graham prepararon un espectáculo con el que superarían todas las acrobacias anteriores: debía viajar en el barril de Graham a través de los rápidos de Great Gorge y entrar en el remolino (una zona del río poco después de las cataratas en la que el agua queda retenida), allí la esperaría Graham que tomaría el relevo y completaría el resto del recorrido nadando río abajo hasta Lewiston.
Maud Willard [Orrin E. Dunlap, 1902] |
La hazaña debía ser filmada y habían logrado numerosos patrocinadores. La fecha escogida, el 7 de septiembre de 1901, no era casual ya que aprovecharon la gran afluencia de turistas que estaban en Buffalo para ver la Exposición Panamericana, entre otros el presidente William McKinley.
Sin embargo, la suerte no estaba de su parte, el día previo a la función, el presidente McKinley fue asesinado por Leon Czolgosz en el teatro de la Exposición Panamericana. No obstante, un magnicidio no iba a ser escusa para frenar los planes de los intrépidos daredevil...
Charles D. Graham y Maud Willard |
Puntual a su cita, a las 16:05, la señorita Willard entró en el barril acompañada por su mascota, un fox terrier al que nadie había preguntado si le apetecía hacer el viaje. Encima suyo la tapa se cerró herméticamente, la única entrada de aire un pequeño agujero no más grande que un cigarro, pero con el que podrían aguantar una hora más o menos.
Un pequeño bote en el que iba el equipo de grabación llevó el barril al río y lo siguió durante su ruta. El barril que había llevado a Graham con éxito en anteriores viajes, bajó por los rápidos según lo previsto hasta llegar al remolino a las 4:45. Graham, que estaba parado en la costa estadounidense, se sumergió para empezar su parte de la actuación, ataviado con un pesado salvavidas de corcho alrededor de su cuerpo y con un collar inflado alrededor de su cuello. Graham descendió por el río acompañado del equipo de grabación hasta llegar a Lewiston a las 5:10. Allí fue recogido por un bote de remos y trasladado al muelle del hotel Pitz.
Carlisle D. Graham [Orrin E. Dunlap, 1902] |
Todo parecía ir bien, sin embargo cuando Graham regresó a reunirse con Maude Willard, la encontró dando vueltas en el mismo punto en el que la había dejado. El barril seguía flotando como un corcho atrapado en los remolinos del Niagara y todos los esfuerzos por sacarla habían sido en vano. La multitud en la orilla observaba ansiosa como la corriente agitaba con violencia el barril, siempre demasiado lejos de la orilla para poder hacer nada. Cayó la noche y los amigos de la mujer empezaron a darla por perdida; un granja cercana mandó un coche con un foco para iluminar la zona y a las 10 de la noche, tras 6 horas dando tumbos, por fin lograron sacar el barril.
Al abrir el barril se encontraron a Maude muerta, sin embargo, su mascota, el pequeño fox terrier saltó fuera del tonel aparentemente ileso. Por lo visto el perro había asomado el hocico por el respiradero, privando de oxígeno a Maude, que moriría de asfixia al poco rato.
A falta de un nombre, tenemos esta fotografía del fox terrier: "The Dog that Survived Maud Willard's Fatal Trip" [Orrin E. Dunlap, 1902] |
Actualmente, Maude Willard está enterrada en el lado derecho de la carretera de entrada al cementerio de Oakwood, al igual que otros daredevils que corrieron la misma suerte.
Annie Edson Taylor
Ese mismo año, Annie Edson Taylor, una profesora de escuela, lograría cierta notoriedad al ir un paso más allá y tirarse dentro de un barril desde lo alto de las cataratas. Viuda desde los 25 años, Annie había tenido una vida complicada ejerciendo distintos oficios –desde maestra hasta profesora de baile- para poder sacar adelante a su hijo.
En 1900 Annie se desesperó tras ver cómo se quemaba su casa y perdía todo su dinero por culpa de una mala gestión. Annie tenía 62 años y si había algo a lo que temía era a una vejez sumida en la miseria. Años atrás había sufrido un atraco en Texas, cuando el atracador le puso la pistola en la cabeza, Annie prefirió ocultar el dinero en su vestido (unos 800 dólares) y afirmó: “Disparad, prefiero estar sin cerebro que sin dinero”.
Inspirada por celebridades como Houdini o los Barnum & Bailey, que ganaban grandes cantidades de dinero desafiando a la muerte, Annie decidió tirarse un último órdago: sería la primera persona en arrojarse desde lo alto de las cataratas encerrada dentro de un barril y dejarse llevar luego por la corriente.
Tras la muerte del mucho más experimentado nadador Matthew Webb, nadie quería financiar el suicidio de Anne, sin embargo ella logró que una empresa local construyese el barril que había diseñado: un gran tonel de roble y hierro con el interior acolchado. Annie no lo debía ver del todo claro y decidió probar el barril antes de subirse ella; ni corta ni perezosa montó dentro a su mascota, un inocente gato blanco, y lo lanzó cataratas abajo. Diecisiete minutos después lograron recuperar el barril y el comprobaron que el gato seguía vivo, esto acabó de convencer a Annie para ser la siguiente en embarcarse.
Annie en el ya tradicional posado con su barril (en el que puede leerse “La reina de la niebla”). En lo alto del barril puede verse a su gato betatester. |
La fecha elegida fue el 21 de octubre de 1901 (aunque algunas fuentes señalan el 24 que sería su cumpleaños). Ese día muchos de los visitantes que habían acudido desde Nueva York para asistir a la Exposición Panamericana de 1901, se acercaron hasta las cataratas para ver la hazaña.
Su primera reacción fue de sorpresa al ver aparecer a una abuela daredevil de 63 añazos, Annie le había dicho a los periodistas que tenía "poco más de 40 años" convencida de que una mujer joven saltando desde lo alto de las cataratas tendría mucho más poder de convocatoria.
Ante la vista de todos, Annie se metió en el interior del barril con su almohada de la buena suerte en forma de corazón y dejó que atornillasen la tapa encima suyo. El barril fue subido a un bote de remos y sus amigos inyectaron aire a presión con una bomba para neumáticos de bicicleta, después taparon el orificio con un corcho. El aire debería permitirla sobrevivir durante una hora.
Luego, sus ayudantes lanzaron el barril al agua y éste rápidamente fue arrastrado por la corriente hacia la catarata. El barril cayó por las Horseshoe Falls y siguió su curso por los rápidos constantemente zarandeado y agitado por el oleaje, dentro Annie resistió como pudo: “Sentí como si me estuvieran asfixiando, pero decidí ser valiente”. Tras 20 agónicos e interminables minutos, los equipos de rescate, encabezados por el omnipresente Carlisle Graham lograron recuperar el barril y sacarlo del agua.
Carlisle abrió el barril y comprobó con alivio que Annie solo había sufrido una herida en la cabeza. “Buen Dios, ¡está viva!” exclamó Graham, ante el aplauso atónito de los espectadores. Annie magullada y mareada, desembarcó en tierra y atendió a los periodistas. Sus primeras declaraciones no aconsejaban el viaje:
"Advertiría, aunque fuera con mi último aliento, que nadie intentara esta hazaña. Prefería ponerme ante la boca de un cañón, sabiendo que me iba a hacer pedazos, que vivir de nuevo esta caída”.
El equipo de rescate ayuda a Annie a desembarcar en la orilla |
Desgraciadamente este viaje no sirvió para garantizarse una vejez digna como Annie pretendía. Si bien es cierto que durante un tiempo logró cierta efímera fama, Annie tuvo que seguir trabajando: estableció un puesto junto a las cataratas donde posaba en fotografías junto a su barril, firmaba autógrafos y vendía folletos a los turistas en los que narraba su aventura. Después la fama de Annie fue decayendo, intentó ganar algo de dinero en la Bolsa de Valores de New York, después se planteó escribir una novela, filmar una película sobre el salto (proyecto que ya se intentó en 1901) o saltar de nuevo por la cataratas en 1906. Durante estos años también aprovechó su efímera fama para vender tratamientos terapéuticos magnéticos a la población local o trabajar como clarividente.
Sus últimos años fueron agónicos y sumidos en la miseria y el olvido, tal y como Annie siempre había temido. Uno de sus representantes, Frank M. Russell, robó el barril que Annie paseaba de feria en feria, y esta desesperada se gastó su poco dinero en detectives para seguir el rastro del célebre barril por todo el mundo. En un momento dado logró localizarlo en Chicago, pero poco tiempo después desapareció definitivamente hasta el día de hoy.
Cuando falleció en Abril de 1921, Annie era prácticamente una desconocida, aunque algunos periódicos como The Buffalo Express dedicaron varias columnas a su triste historia. Actualmente, Annie Edson Taylor está enterrada en el "cementerio de daredevils" de Oakwood (Niagara Falls, New York) junto a la tumba de Carlisle D. Graham, que murió años antes de un catarro.
(Continuará...)
+ info: Niagara Daredevils - Fogonazos