Perdida entre los Andes peruanos se encuentra la Rinconada, una pequeña población que ostenta el título de "la ciudad más alta del mundo". Este pequeño asentamiento consiste en un mosaico de casas desordenadas que se amontonan caóticamente en las laderas de una estribación del nevado Ananea Grande.
Aquí, más cerca de las estrellas que ninguna otra ciudad de la Tierra, tratan de sobrevivir miles de personas que llegaron atraídas por la proximidad de una mina de oro, y que cada noche sueñan con un golpe de suerte que cambie sus vidas. Hasta aquí la parte romántica y bucólica...
La Fiebre del Oro
La Rinconada es una población situada en el distrito de Ananea, en los Andes peruanos. Se encuentra junto a una importante mina de oro a la que debe su existencia y su reciente auge. Para conocer los orígenes de este asentamiento debemos remontarnos a la década de los 80, cuando en los alrededores de lo que hoy es La Rinconada se descubrieron varios depósitos de oro. Los yacimientos acabaron en manos de empresas privadas (poco reguladas y con escaso control) y muchas familias decidieron mudarse hasta aquí para obtener un sustento económico. Así nació y creció esta ciudad en la que actualmente conviven mineros locales y trabajadores de otras regiones de Perú y de países vecinos como Bolivia.
En 1981, antes de la fiebre del oro y cuando la actividad minera era escasa o inexistente, la población del Distrito de Ananea era de 2.707 personas. Los centros más poblados eran: Lunar de oro, Ananea y Rittykucho.
En 1993 el censo peruano registró 965 habitantes para todo el Distrito de Ananea concentrados principalmente en las proximidades de estas minas. Sin embargo, en la siguiente década, el incremento del precio del oro en un 235% entre 2001 y 2009 provocó un fuerte crecimiento en la población local, que alcanzaba los 20.572 habitantes en el censo de 2007. Según un reportaje de National Geographic, en 2009 se alcanzaron los 30.000 habitantes; sin embargo, estos datos podrían estar sobredimensionados.
Vivir por encima de las nubes
La Rinconada se ubica a unos 5100-5300 metros sobre el nivel del mar, en principio es la ciudad más cercana al espacio que existe. Esto es mucha altura, suficiente para que la vida sea todo un reto. Los habitantes de la Rinconada respiran en cada bocanada de aire la mitad de oxígeno que alguien que viva en la costa.
Para los visitantes, los primeros días el nivel de oxígeno en sangre puede situarse por debajo del 70%, esto implica cansancio, náuseas, dolores de cabeza y la continua sensación de estar a punto de ahogarse; hace falta una estancia de por lo menos un mes para empezar a aclimatarse.
Para quienes viven aquí las cosas mejoran un poco ya que su sangre logra adaptarse produciendo muchos más glóbulos rojos para transportar el doble de oxígeno; pero esto también tiene un precio, una sangre más densa implica un mayor riesgo de obstrucciones y de sufrir accidentes cardiovasculares. Muchos habitantes tienen eritrocitosis excesiva por altura (producción excesiva de glóbulos rojos) o acaban contrayendo la enfermedad de Monge: un mal de montaña crónico que puede provocar confusión, dolores de cabeza, fatiga, cianosis, dificultad para respirar...
El esfuerzo que sufre el cuerpo para aclimatarse a este lugar es extremo, si a esto le sumamos las durísimas condiciones de vida, el alto índice de criminalidad, la ausencia de cualquier servicio básico o la siniestralidad laboral, nos queda una ciudad cercana al cielo pero terriblemente parecida al infierno. La esperanza de vida en La Rinconada es de tan solo 35 años, como en la Edad Media.
El límite del bosque:
Nada crece y prospera en La Rinconada, salvo la basura... |
El límite del bosque es una línea imaginaria que delimita el hábitat en el que los árboles son capaces de crecer. Más allá del límite del bosque las temperaturas frías, la falta de presión del aire, la falta de humedad o las condiciones del suelo no permiten el crecimiento de los árboles. Este límite varía con la latitud, clima y especies de cada zona, pero en los Andes peruanos estaría situada en torno a los 3700-3800 metros de altitud. En La Rinconada, a más de 5000 metros sobre el nivel del mar, el bosque es un recuerdo muy lejano, aquí no crece ni la hierba.
Por una lado tenemos temperaturas frías, de hecho, el clima de La Rinconada es bien sencillo: siempre gélido. La temperatura media anual es de 1,3º C. Esta temperatura suele subir unos grados por encima de cero durante el día para bajar hasta los 10 grados bajo cero durante la noche. Todo el año.
Se trata de un claro ejemplo de clima de alta montaña, por lo que hace frío incluso en verano. Las temperaturas medias más altas se suelen registrar en octubre y rondan los 11ºC, mientras que las más bajas caen hasta los -11,6ºC. La mayoría de las casas y hoteles no tienen calefacción, por lo que los habitantes de La Rinconada suelen llevar ropa de abrigo a todas horas. Todo el año.
Las lagunas que se usan para cultivar alimentos locales tienen generosas concentraciones de mercurio y cianuro debido a la actividad minera. |
La economía de La Rinconada sigue girando en torno a la minería informal de oro, una actividad muy lucrativa para los propietarios de las minas, pero que ha traído consigo una serie de problemas ambientales; sobre todo, la contaminación por mercurio debido a la extracción minera. Tras años de extracción minera descontrolada, el aire y el agua que rodean la mina tienen niveles alarmantes de mercurio y otros metales pesados.
Vicios y Servicios
La ciudad no tiene saneamiento ni recogida de basuras. Desde que se creó este asentamiento, su basura se acumula en la periferia y en sus calles difuminando la línea entre ciudad y vertedero. Gran parte de las casas son chabolas de chapa sin electricidad, agua corriente o un retrete. La mayoría de los habitantes tienen que acudir a hacer sus necesidades y a ducharse a los baños públicos. Las aguas fecales se vierten sin pudor en las "calles", no hay una red de alcantarillado y los problemas de insalubridad se suman a la contaminación por la minería.
Apenas se ven ancianos en La Rinconada. Las calles están pobladas por los mineros que acuden a trabajar a la mina, sus mujeres y sus hijos, todos ellos viviendo en unas condiciones extremas. |
Hay una sola comisaría que no parece ser suficiente para zanjar los problemas de inseguridad ciudadana. Esto ha llevado a algunos medios a describirla como una ciudad sin ley. No hay bancos, por lo que muchos mineros llevan todo su dinero encima para que no se lo roben en su casa, esto hace que sean muy frecuentes los atracos y secuestros. Es muy peligroso aventurarse por la noche en sus calles si no se tiene escolta policial.
El tendido eléctrico es caótico, con multitud de cables pasando sobre las calles. Numerosos barrios no tienen suministro eléctrico y en la oscuridad de sus calles no es difícil ser atracado, secuestrado o sacrificado (si, hay rumores de que se practican sacrificios humanos). Tampoco hay hospitales, tan solo un pequeño centro de salud con tres salas. Lo que si hay es un par de centros educativos, un hotel, bares, restaurantes, iglesias, discotecas (el lugar más peligroso de toda la ciudad) y numerosos puticlubs.
Robos, secuestros, desapariciones y prostitución adulta o infantil están a la orden del día en esta ciudad anárquica que desgraciadamente tiene fama de ser uno de los puntos más peligrosos del mundo. El propio alcalde de La Rinconada ha afirmado en alguna ocasión que es imposible imponer orden porque se ha convertido en "un lugar peligroso, donde impera la ley del más fuerte". De hecho, se recomienda a los viajeros que visitan La Rinconada que informen a las autoridades de su paradero y de la duración de su estancia, por lo que pueda pasar…
Un informe de la policía de 2012 detalló hasta 200 bares ilegales en la denominada "zona rosa", las calles iluminadas en donde se concentra el ocio nocturno. En estos locales son explotadas unas 4500 menores de edad. El trabajo de las niñas consiste en “colocarse de manera provocadora en la puerta de los establecimientos para captar clientes”, a quienes les ofrecen su compañía a cambio de que consuman de cerveza. Para que la menor acceda a tener relaciones sexuales el cliente primero debe haber consumo mínimo una caja de cerveza.
Este repugnante negocio marida muy bien con las creencias de algunos mineros que afirman que hay que ser alcohólico y tener varias mujeres (sobre todo menores de edad) para poder encontrar oro. Una vez que han consumida una caja de cervezas, para que el cliente (o mejor dicho, putero) pueda sacar del local a la menor debe pagar 300 soles en la barra, pero solo 100 le corresponden a la niña, el resto se lo quedará la propietaria del local para cubrir el alimento y el alojamiento que les brindan.
Cachorreo y Pallaqueo
La mayoría de los mineros de La Rinconada no cobran un sueldo, se organizan mediante un sistema conocido como "cachorreo". Este método consiste en trabajar sin cobrar nada durante todo un mes (entre 25 y 31 días) para poder disfrutar de una jornada en la que su patrón les permite llevarse a su casa todas las menas que puedan cargar a sus espaldas. Este método no es muy distinto a los gashapones o las lootboxes de los videojuegos, dependiendo de tu suerte puedes encontrar algo de oro en las rocas que has encontrado ese día o puede que no... entonces habrás trabajado todo un mes gratis para nada.
Para evitar tanta aleatoriedad, muchos mineros suelen echar el ojo a menas con buena pinta y las esconden hasta que llegue el día de cachorreo. Si tienen suerte la mena contendrá suficiente oro o minerales como para pagarles el sueldo del mes. Lo normal es que el oro encontrado apenas llegue para cubrir los gastos; cada mes es una apuesta renovada, una esperanza de poder escapar de este duro trabajo.
Se trata de un sistema injusto y brutal que aun así parece algo mejor que el "pallaqueo". Mientras los hombres trabajan en la mina por un salario incierto, las mujeres, martillo en mano, van revisando todas las piedras que han desechado los mineros con la esperanza de encontrar algunas micras de oro. Este sistema conocido como pallaqueo es el último recurso para quienes no son admitidos en la mina.
Según las leyendas locales, la montaña donde se encuentra la mina sería "La Bella Durmiente". Esta doncella se pondría celosa si ve a otras mujeres trabajando dentro suyo, provocando accidentes y catástrofes. Mito o realidad, lo cierto es que las mujeres están excluidas de la mina y junto a los niños suelen buscan alguna mota de oro que pasó inadvertida entre la montaña de deshechos de la extracción.
El trabajo dentro y fuera de la mina es igualmente duro, el mineral se extrae o se recoge a mano, en sacos. |
Los Abuelos
Sin duda uno de los elementos más creepy de La Rinconada son "los abuelos". Una especie de culto animista en el que se reza y venera a tres figuras de aspecto siniestro. Vestidas con prendas de mineros, la población local hace distintas ofrendas a estos seres, entre las que se incluyen ropa interior de niñas y mujeres vírgenes. Otra de las ofrendas habituales consiste en dejar cigarrillos enteros, sus devotos afirman que las figuras se los fuman. También hay ofrendas de sangre, todo vale con tal de obtener más riquezas. Este ambiente turbio a llevado a algunos a calificar este culto como demoníaco.
No podemos dejar este horrible lugar sin antes mencionar los sacrificios. El pagacho, también conocido como "pago a la Tierra" es un ritual muy antiguo, que todavía se practica en muchas zonas de Latinoamérica. Se trata de un ritual de agradecimiento a la tierra en el que se pide una bendición para obtener una buena cosecha. Los agricultores por ejemplo dan las gracias a la Pachamama.
El problema es que los mineros no adoran a la Pachamama, en su lugar existe otra figura antropomórfica sobrenatural que gobierna el subsuelo, esta figura está asociada al Diablo, y lo mineros le hacen ofrendas y rituales que terminan con un gran banquete, mucho alcohol, música y baile.
El objetivo de este culto asociado a la minería de oro, es obtener la benevolencia de esta figura demoníaca para encontrar grandes vetas de oro y lograr mayores ganancias. Cuanto mayor sea la ofrenda, mayor será la gratitud del Diablo... y en este contexto, la ofrenda más valiosa es la vida humana.