Esta lujosa mansión, actualmente abandonada, ha servido para numerosos propósitos durante su historia. El castillo fue construido en 1866 por el arquitecto inglés Edward Milner, se trataba de un encargo de la familia Liedekerke-Beaufort, unos aristócratas franceses que tuvieron que abandonar su anterior residencia, el cercano Castillo de Vêves, por miedo a acabar en la guillotina durante la Revolución Francesa.
Sus descendientes siguieron viviendo en el castillo hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando fue adquirido por la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Belgas con la intención de convertirlo en orfanato. Durante años se mantuvo como una instalación para el cuidado de niños hasta que en 1980 cerró sus puertas.
El castillo siguió estando habitado, pero en 1991 un incendio causó su abandono definitivo. Desde entonces ha estado vacío y sumido en un estado de constante deterioro, las inclemencias meteorológicas unidas a la falta de mantenimiento, han convertido la lujosa mansión en una tenebrosa ruina. Aunque sus propietarios recibieron varias ofertas, siempre se negaron a vender la propiedad y prefirieron dejar que el castillo se fundiese con su entorno devorado por la vegetación.
A principios del siglo XXI, el château estaba en un estado lamentable de conservación y amenazaba con colapsar en cualquier momento. A medida que crecía su peligrosidad crecía también su fama, el deterioro de las instalaciones había hecho que se convirtieran en uno de los destinos favoritos de los exploradores urbanos (urbex), con el subsiguiente riesgo para sus vidas.
Por si fuera poco, el castillo empezó a ser internacionalmente conocido al convertirse en el escenario de series estadounidenses de televisión como "Hannibal", donde aparece en algunos capítulos como el "Castillo Lecter", en Lituania.
Como suele ser frecuente en estos casos, el tránsito de turistas y exploradores urbanos puso nervioso al ayuntamiento de Celles que se ofreció a restaurarlo, sin embargo, la familia propietaria seguía sin dar su brazo a torcer, les gustaba roto y no querían ninguna intervención. En octubre de 2016 la paciencia de las autoridades se agotó definitivamente y optaron por empezar a demolerlo para evitar accidentes en su interior.
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