Perdido entre las cañas de azúcar se oculta "la ciudad de los refugiados" |
Miracle Village (Villa Milagro), también conocida como "City of Refuge" es un pequeño pueblecito perdido entre las plantaciones de caña de azucar del sur de Florida; una pequeña comunidad al borde de los Everglades en donde dos centenares de personas viven en pequeños y pulcros bungalows alejados del bullicio y el ritmo trepidante de Miami (la población más cercana está a más de 3 Km).
Suena idílico ¿verdad?... solo hay un detalle que lo enturbia, la mitad de sus habitantes son agresores sexuales. Unas 100 personas, en su inmensa mayoría hombres, que han sido declarados culpables de delitos como posesión de pornografía infantil, exhibicionismo, abuso de menores o acoso sexual. Ya no suena tan idílico ¿verdad?
Bienvenidos a Miracle Village, el pueblo de los "sexual offenders", un lugar en donde gran parte de la población ha estado en prisión por delitos de índole sexual: algunos por mantener relaciones sexuales con novias que aún no habían cumplido la edad legal, otros por abuso de menores desde una posición de poder (profesores, curas, entrenadores...), hay incluso padres que violaron a sus propios hijos. Miracle Village los acoge a todos, y tampoco es que tengan muchas opciones... para entender como se ha convertido este recóndito lugar en un reducto de pedófilos primero hay que echar un vistazo a las leyes de EEUU.
A pesar de su oscuro trasfondo, o precisamente por ello, Miracle Village es el escenario de muchos sesiones de fotos que buscan algo "distinto" [Foto: Sofía Valiente] |
La leyes norteamericanas en todo lo relativo a delitos sexuales pueden llegar a ser muy peculiares, en algunos estados los condenados deben informar a todos los vecinos de su condición cuando se mudan a un nuevo barrio, en otros el delito queda grabado para siempre en la identificación del delincuente (normalmente en su licencia de conducir). Pero si hay un estado que no cree en la reinserción de estas personas, ése es Florida; un estado que ni olvida ni perdona y cuya legislación parece diseñada para marcar a este tipo de delincuentes de por vida y convertir su día a día en un auténtico infierno.
En este estado, una persona condenada por un delito de índole sexual ya no podrá vivir o pernoctar a menos de 300 metros de una escuela, guardería, parque o lugar de juegos nunca más en su vida. Muchas ciudades y condados (como Miami) han ampliado estas restricciones hasta los 600-760 metros o han incluido nuevos lugares como piscinas, paradas de autobús o bibliotecas.
Identificación de un "sexual predator" |
Estas restricciones solo se aplican durante la noche, durante el día pueden moverse libremente, ir a trabajar o incluso visitar sus familias. Sin embargo, cuando cae la noche los sitios en los que pueden estar se reducen drásticamente; la creación de nuevas paradas de autobús, guarderías o parques ha ido expulsando a muchos de estos agresores de los barrios en los que vivían confinándolos en precarios asentamientos en la periferia.
En el caso concreto de Florida, estas leyes fueron creadas tras el dramático asesinato de una menor que fue violada y quemada viva en 2005, desde entonces las restricciones no han hecho más que recrudecerse. Actualmente, un delincuente sexual en Florida solo puede vivir en el Aeropuerto de Miami, en los Everglades (un pantano infestado de caimanes) o en unos pocos lugares alejados de todo.
Cae la noche en una de las pocas tiendas con electricidad del campamento para depredadores sexuales a las afueras de Miami [Foto: LIOMAN LIMA/BBC MUNDO] |
En la ciudad de Miami estas nuevas leyes dieron lugar a un campamento chabolista en el que todos los agresores sexuales de Florida se refugiaban bajo un puente en la carretera que lleva a la famosa playa de Miami Beach; uno de los pocos lugares comunicados que estaba lejos de colegios, paradas de autobús o zonas densamente pobladas. Este peculiar poblado se convirtió en el hogar de muchos condenados que trabajaban en lo que podían durante el día y acudían al campamento durante la noche, a dormir y cargar sus pulseras de localización (si en algún momento se apaga o detecta que se han violado las normas, muchos de ellos reingresarían inmediatamente en prisión).
Sin embargo, en 2010 el ayuntamiento de Miami decidió acabar con este foco de turbiedad y sus cerca de 200 habitantes fueron desalojados del puente. Sin un lugar mejor al que ir, muchos se mudaron a una zona industrial en la pequeña ciudad de Hialeah. En un estado en el que (en teoría) está prohibido dormir en la calle, la propia policía aconsejaba a los convictos sin hogar que se fueran a este nuevo poblado para evitar multas o detenciones.
Tiendas de campaña en el campamento de Hialeah [Foto: Shutterstock] |
Salir de este bucle es realmente complicado; debido a sus antecedentes, no son admitidos en los albergues para personas sin hogar que administra el estado. Quienes alquilan viviendas se niegan a aceptar a ex-convictos que hayan abusado de menores, un delito que no pueden ocultar ni omitir bajo ninguna circunstancia a la hora de solicitar un trabajo o un alquiler.
Lo mismo pasa a la hora de buscar una fuente de ingresos, las ayudas sociales se reducen a un bono de comida que no da para comprar productos de aseo ni cubrir otras necesidades. En el campamento no existe nada con lo que cocinar y decenas de personas hacen cola para cargar su móviles y grilletes electrónicos en alguno de los generadores que se alquilan por horas para estas tareas.
Una vez más, en 2018, el Departamento de Sanidad de la ciudad de Miami dictaminó que ya era suficiente. El infame asentamiento se había convertido de la noche a la mañana en el refugio de 270 agresores sexuales sin hogar que cada noche dormían sobre tablas, tapados por cartones o en destartaladas carpas y tiendas de campaña.
Una tienda del campamento de Hialeah poco antes de su desalojo |
El gobierno propuso nuevas zonas, aun más apartadas y en el borde de los Everglades, pero la reacción de los vecinos no se hizo esperar, salieron a la calle a manifestarse y dejaron bien claro que ni en las nuevas ubicaciones ni en ningún sitio de Florida iban a ser bien recibidos. Llegados a este punto muchos de ellos prefieren volver a la cárcel que seguir sufriendo su nueva vida.
...y entonces surgió "Miracle Village", un pequeño pueblo apartado de todo y rodeado de campos de caña de azúcar que se pierden en el horizonte. Antaño este pueblo se denominaba "Pelican Lake" y servía de hogar para los cortadores de caña y sus familias.
De algún modo este tranquilo lugar se convirtió en el último clavo ardiendo al que aferrarse para muchos delincuentes sexuales. Cada semana llegan entre 10 y 20 solicitudes nuevas de residencia, unas solicitudes que Jerry Youmans, el coordinador de admisiones (y delincuente sexual) se encarga de filtrar: "Tratamos de no aceptar gente con historial de violencia o drogas o a personas diagnosticadas como pederastas, es decir gente que sólo se excita sexualmente con niños"
Un gimnasio improvisado en Miracle Village [Foto: Sofía Valiente] |
Quienes viven aquí, lo mismo que quienes ya estaban, no tienen problemas con los nuevos vecinos pero son conscientes de que les falta algo: "Son buenas personas... Lo único que extrañamos son los niños, y el bus del colegio ya no viene aquí".
A pesar de ello, unos pocos chicos que viven en Miracle Village. Las leyes de Florida no impiden que los delincuentes sexuales vivan en la misma vecindad que menores, pero en algunos casos los términos de su libertad condicional pueden prohibir todo tipo de contacto.
Éste es el caso de Christopher Dawson, un agresor sexual de 22 años de edad, que tiene prohibido hablar con cualquier menor de 18 años. Cuando Dawson tenía 19 años mantuvo relaciones sexuales (según él consensuadas) con su novia de 14 años. Cuando los padres se enteraron testificaron contra él y Dawson fue sentenciado a dos años de arresto domiciliario mas ocho años de libertad condicional.
Sin embargo, durante su libertad condicional Dawson cometió el error de hablar con el hermano menor de un amigo, un error que le costó otros cuatro meses de cárcel. Al salir, el juez le planteó dos opciones: pasar una larguísima estancia en prisión o mudarse a Miracle Village. Como es lógico, Dawson lo vio claro, dejó a sus padres y comenzó una nueva vida en este "milagroso" lugar.
Debido a las condiciones de su libertad condicional, la mayoría de los delincuentes asisten a programas de tratamiento psicológico. La pequeña iglesia de Miracle Village es una de las comunidades que ayudan a los agresores sexuales a reconstruir sus vidas, aun cuando el gobierno de Florida les niega expresamente este derecho.
En esta modesta iglesia, Dawson toca el tambor para la banda que anima las ceremonias y Pat Powers, un cristiano renacido de la organización humanitaria "Matthew 25 Ministries", trata de aconsejar a quienes llegan aquí de primeras, da clases sobre el control de la ira y organiza grupos de estudio de la Biblia: "Puedo ver la verdad tras las historias de estos tipos. Si alguien viene diciendo 'no soy culpable, lo único que hice fue mirar una foto', yo le digo: 'no, usted es culpable y punto', pues la única forma de cambiar es admitiendo que uno ha errado". A principios de la década de los 90, Powers fue condenado por abuso sexual de 11 menores cuando era entrenador de raquetbol.
La pequeña iglesia de Miracle Village cumple un papel esencial en esta comunidad |
Como es lógico, estas historias de redención no acaban de convencer en el pueblo vecino, donde muchos aun miran con recelo a esta comunidad. Frente a la buena voluntad de su alcalde que afirma que "este es un país de segundas y terceras oportunidades para la gente que comente errores", muchos otros apoyan la doctrina de Florida "si ellos destruyeron una vida, su vida será igualmente destruida".
Sin duda se trata de un tema complejo, los delincuentes afirman no sin razón que ya pagaron por su error, cumplieron su condena y ahora la sociedad les niega una reinserción que si concede a quienes han cometido múltiples asesinatos. La justicia es consciente de la falta de alternativas y en algunos casos como el de Dawson utiliza este pueblo surgido de la voluntad de sus habitantes como un recurso legal más, una alfombra bajo la que ocultar el problema.
Muchos ex-convictos han encontrado la paz y el perdón que la sociedad les niega en la vecina congregación de Pahokee |
Mientras tanto las autoridades tratan de llevar algún control sobre este creciente fenómeno: la detective Courtney Minton, de la Unidad de seguimiento de delincuentes sexuales del condado de Palm Beach, es una de las encargadas de controlar a los agresores sexuales que viven en Miracle Village.
Actualmente, la detective Minton tiene 300 casos a su cargo, un tercio de los 900 agresores sexuales inscritos en el condado de Palm Beach. En Florida, el número asciende hasta los 55.000. Cada mañana se pasea por sus domicilios comprobando la información de delincuentes que en algunos casos investigó y encarceló ella misma.
La última ocurrencia de un condado de Florida ha sido poner carteles de aviso en los jardines de las casas de depredadores sexuales |
A pesar de que muchos de los habitantes no llegaron aquí por gusto, más bien porque no tenían ningún otro sitio en Florida en el que vivir, lo cierto es que una vez asentados, la mayoría se sienten a gusto en este nuevo hogar... un lugar tranquilo y sin apenas niños en el que todos pagan su penitencia y son considerados iguales.
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