Bebelplaz es una céntrica plaza de Berlín rodeada de magníficos edificios: la Ópera de Berlín al este, los edificios de la Universidad Humboldt en el lado oeste o la Catedral de Santa Eduvigis al sur, la iglesia católica romana más antigua de la ciudad.
Sin embargo lo más famoso de esta plaza no son sus monumentos, si no los acontecimientos que tuvieron lugar la noche del 10 de mayo de 1933, cuando cientos de estudiantes nazis montaron una gran hoguera en el centro de la plaza en la que se quemaron miles de libros de autores independientes, periodistas, filósofos y académicos... libros y autores que serían condenados al ostracismo y al olvido por ser considerados peligrosos.
La acción se realizó bajo la dirección del Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund (NSDStB), la federación nazi de estudiantes y fue el punto álgido de la llamada "Aktion wider den undeutschen Geist", o "Acción contra el espíritu antialemán" en español.
En aquella época las asociaciones universitarias competían por ver cual era más nazi. En las universidades alemanas dominaba un ambiente claramente reaccionario, chovinista, nacionalista y en algunos casos antisemita.
Con esta acción, que debía durar cuatro semanas, la dirección de la Deutsche Studentenschaft trataba de demostrar por todos los medios que era capaz de movilizar a un gran número de estudiantes a favor del nazismo. Estas maniobras formaban parte de un pulso con otra organización estudiantil, la Deutsche Studentenschaft (DSt), también marcada por el pensamiento nazi. Ambas asociaciones competían por ser los cachorros del nazismo ante la atenta mirada del recientemente creado Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda de Joseph Goebbels.
Los libros eran escogidos de acuerdo a una lista negra redactada por el bibliotecario Wolfgang Herrmann; esta lista se usaba posteriormente para saquear estanterías privadas, bibliotecas públicas y colecciones académicas. Antes de que quemar los libros, los organizadores enviaban un manifiesto llamado las 12 tesis contra el espíritu anti-alemán. Este comunicado apareció escrito en letra gótica roja en numerosos carteles por distintas universidades:
Tras los carteles llegaron las picotas. Los estudiantes fueron animados a denunciar a docentes que debían abandonar su puesto de trabajo de acuerdo a nueva "Ley alemana para la restauración de la función pública" del 7 de abril de 1933. Los estudiantes buscaban material comprometedor en las clases magistrales o en libros recomendados en clase. También los profesores con una "posición política irreprochable" deberían ser denunciados a la dirección del DSt si solo mostraban "un talento mediocre".
Casi todas las universidades participaron en la acción y los catedráticos, decanos y rectores la apoyaron. Hubo ataques organizados contra docentes, trabajadores de la administración y estudiantes judíos, numerosas clases fueron interrumpidas y boicoteadas...
La caza de brujas llegó hasta tal punto, que en las universidades de Königsberg, Rostock, Erlangen, Münster y Dresde se colocaron picotas de dos metros de alto en las que se colocaron los nombres de profesores y obras literarias considerados enemigos:
"En la picota clavaremos el producto de aquellos que no son de nuestro espíritu. Y dejaremos en pie esa picota por todos los tiempos. Mientras la necesitemos. Hoy para los escritores, mañana para los profesores."
La segunda fase de esta purga comenzó el 26 de abril de 1933 con la recogida de "literatura decadente". Cada estudiante debía limpiar de libros "perjudiciales" su biblioteca y la de sus conocidos, para más tarde repasar las bibliotecas de universidades e institutos. También se revisaron las bibliotecas públicas y las librerías buscando literatura "digna de ser quemada".
También la industria del libro y las bibliotecas apoyaron activamente la acción estudiantil. La Asociación de los bibliotecarios populares alemanes repartieron listas comentadas de libros prohibidos y las librerías incluso fueron obligadas a firmar una declaración:
Con esta firma aseguro que he retirado los libros publicados en la lista negra que me ha sido enviada y que no los volveré a prestar. Tengo conocimiento de que un préstamo de estos libros conlleva un castigo judicial.
En Berlín los estudiantes asaltaron el Institut für Sexualwissenschaft de Magnus Hirschfeld y saquearon su biblioteca con más de diez mil volúmenes. Mientras tanto en un cine de París, Hirschfeld observaba en las noticias como era destruida la obra de toda su vida.
El Instituto de Ciencias Sexuales fue el primero de este tipo en todo el mundo. A pesar de un enfoque claramente marcado por la época (en donde se llevaban las tesis eugenistas y el biologismo), Magnus Hirschfeld fue una de las pocas personas en Europa que se ocupó de la intersexualidad y la transexualidad. Lo que empezó siendo un centro para el tratamiento de enfermedades venéreas de los soldados que volvían de la primera guerra mundial, acabó siendo un refugio para personas queer necesitadas. El instituto llevo a cabo una de las primeras operaciones de cambio de sexo el 5 de marzo de 1930; también emitía certificados para travestis o personas trans que les permitirían vestirse o cambiar su nombre de acuerdo a su identidad de género.
Los nazis inspeccionan los ejemplares de la biblioteca del Instituto de Ciencias Sexuales durante el saqueo |
Tras los carteles y la recogida de libros, llegó el último paso en la "ejecución del espíritu maligno"... el fuego. Los estudiantes veían en la quema de libros un acto simbólico: desde tiempos muy antiguos al fuego se le atribuía una función purificante y sanadora, así que parecía el elemento idóneo para una "Alemania que se estaba purificando por dentro y por fuera" (Joseph Goebbels en esta misma plaza de la Ópera)
Mientras los estudiantes lanzaban libros a las llamas se recitaban en voz alta las llamadas "Proclamas del fuego", nueve párrafos en los que se recitaba el nombre de los autores y sus supuestos delitos:
1ª proclama: ¡Contra la lucha de clases y el materialismo, por la unidad del pueblo y una actitud idealista! Entrego a las llamas los escritos de Marx y Kautsky...
...9ª proclama:¡Contra el descaro y la arrogancia, por el respeto y la devoción al inmortal espíritu del pueblo alemán! ¡Engulle, llama, también las obras de Tucholsky y Ossietzky!
Por destacar algún "delito" nos quedaremos con el caso de Carl von Ossietzky, un reportero de guerra y escritor con marcado carácter pacifista. Tras servir como soldado de infantería en la batalla de Verdún durante la primera guerra mundial, Ossietzky regresó profundamente asqueado y fundó el movimiento "Nunca más a la guerra".
Carl von Ossietzky en un campo de concentración. |
Carl colaboró con numerosas publicaciones y escribió una artículo contra el rearme secreto de Alemania que claramente estaba violando el Tratado de Versalles. Esto le llevó a prisión de donde pudo salir gracias a una amnistía, sin embargo volvería a ingresar en la cárcel poco después con la llegada al poder de los nazis.
Encarcelado y enfermo de tuberculosis, Ossietzky fue nominado al premio Nóbel de la Paz por personalidades como Albert Einstein o Thomas Mann. A pesar de la oposición del régimen nazi, en 1935 se le concedió el premio Nóbel, un premio que jamás recibiría y que fue sustraído por un abogado berlines.
Carl murió en el hospital de la prisión y Adolf Hitler se tomó como una ofensa la concesión del premio, por lo que, en lo sucesivo prohibiría a cualquier ciudadano alemán aceptar el premio Nóbel.
Los autores de la lista negra incluían a Sigmund Freud, Karl Marx, Heinrich y Klaus Mann, Rosa Luxemburg, August Bebel, Bertha von Suttner y Stefan Zweig. Muchos de los escritores vilipendiados y perseguidos ya habían abandonado Alemania y se habían exiliado.
Entre las obras lanzadas al fuego estaba la novela «Fabian» de Erich Kästner. Mientras, escondido entre el público, Kästner observaba como las llamas consumían su libro. Más tarde describiría este aciago día con la palabra "Begräbniswetter" (tiempo fúnebre). Llovía tan fuerte que las llamas se apagaron y los bomberos tuvieron que echar gasolina sobre el fuego para que ardiera correctamente.
En la actualidad
El 20 de marzo de 1995 se inauguró una instalación del artista israelí Micha Ullman en el centro de la plaza. La obra es un monumento a la ausencia, los libros que ya no son, todas las obras que se perdieron aquella fatídica noche.
Bajo tierra y protegida por una mampara de cristal se puede ver una biblioteca inaccesible con todos sus estantes vacíos. Simbólicamente, la biblioteca subterránea tiene espacio para unos 20.000 libros, un recuerdo de los 20.000 libros que ardieron en llamas en Bebelplatz aquel 10 de mayo de 1933.
El monumento, casi fuera de la vista, muestra varias estanterías blancas vacías. Un poderoso recordatorio del hueco dejado por todos aquellos libros condenados al olvido por los nazis; un tributo a todos los autores alemanes que fueron condenados al ostracismo y a la persecución; un tardío homenaje a todos aquellos narradores que tuvieron que abandonar el país y cuyas historias ya no se podían contar.
En el suelo de la plaza también hay dos placas de bronce con una advertencia tomada de un libro de Heinrich Heine, escrito en 1817 (más de 100 años atrás):
«Eso no fue más que un preludio;
allí donde se queman libros,
en última instancia, también quemarán personas.»
Esta premonitoria y lúcida frase fue escrita por Heinrich Heine, el último poeta del Romanticismo; por desgracia su profecía se haría realidad en esta céntrica plaza un siglo después.
No todo es tan lúgubre en una plaza que ha sabido reconvertir su imagen desde esas oscuras épocas. El lugar que antaño fue epicentro de un atroz atentado contra la cultura y la herencia del propio pueblo alemán, actualmente vuelve a ser la plaza de la Ópera y numerosas librerías montan aquí sus puestos ambulantes.
Recientemente, durante el Mundial de fútbol de 2006, se instaló en esta misma plaza el "Paseo de las Ideas", un monumento consistente en varios libros apilados que trata de homenajear a algunos de los escritores más influyentes de Alemania, pero también a la imprenta de Johannes Gutenberg y al propio libro impreso.
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