En la anterior entrada de este blog veíamos como la Tierra era brutalmente agredida sin que mediase provocación previa. En esta segunda parte del apocalipsis Pérmico-Triásico veremos el importante papel de los traps siberianos para acabar de romperlo todo.
Imagen satélite de la Meseta de Putorana (Sentinel-2A, Agencia Espacial Europea) |
Los traps son una extensa acumulación de rocas volcánicas con forma de escaleras (de ahí su nombre, en sueco "trappa" o "trapp" significa escalera). Estas formaciones, compuestas mayormente por coladas de lava basáltica, forman una inmensa provincia ígnea en Siberia central, en el norte de Rusia. Cuando decimos inmensa nos referimos a dos millones de kilómetros cuadrados entre los 50° y 75° de latitud Norte, y 60° y 120° de longitud Este; una superficie equivalente a toda Europa Occidental.
Para crear una formación basáltica de estas dimensiones hace falta un evento de erupción masiva descomunal, probablemente uno de los mayores en la historia geológica de la Tierra. Este evento sucedió hace más de 250 millones de año y originalmente debió cubrir unos siete millones de kilómetros cuadrados con lava.
Los bellos paisajes hoy en día no reflejan la destrucción que sufrió esta zona durante cien miles de años. |
Hace unos 252 millones de años, la vida en la Tierra se derrumbó de una forma espectacular y sin precedentes, más del 96% de las especies marinas y el 70% de las especies terrestres desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos (para lo que suelen ser los tiempos geológicos). La Gran Extinción de finales del periodo Pérmico sigue siendo a día de hoy el suceso de extinción más grave de la historia de nuestro planeta y según los estudios de Sam Bowring, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y Seth Burgess, del USGS (U.S. Geological Survey, el servicio estadounidense de prospección geológica), todo empezó en esta región de Siberia central.
Actualmente se considera a la intensa actividad volcánica que formó esta zona, como la principal responsable de la extinción masiva del Pérmico-Triásico (un suceso también conocido como "la Gran Mortandad"). Sin embargo es muy probable que al igual que sucedió en otras extinciones, las causas sean multi-factoriales y en cierto modo relacionadas. Dicho de otro modo, los traps no actuaron solos y fueron necesarios un detonante y una sucesión de desdichadas reacciones en cadena:
Un impacto extraterrestre:
Existen varias teorías para explicar la formación de los traps siberianos:
- Una pluma del manto que impactó en la base de la corteza terrestre atravesando el cratón siberiano y emergiendo en la superficie.
- Aburridos procesos relacionados con la tectónica de placas o...
- Un enorme meteorito que impactó la Tierra, aproximadamente en esta misma época, originando el cráter de la Tierra de Wilkes.
Como es lógico, en este blog vamos a optar por la más morbosa y geolocalizable de las opciones (que no tiene porqué ser la más factible). Además ya hemos hablado del cráter de la Tierra de Wilkes en la primera parte de este apocalipsis lo cual nos ahorra explicar tediosos procesos geológicos.
Actualmente, la Meseta de Putorana tiene la mayor concentración de renos del mundo y es patrimonio de la humanidad. |
Como ya vimos en el anterior capítulo, el impacto de Tierra de Wilkes fue uno de los mayores que ha sufrido el planeta; un hostión que basta por si mismo para justificar cualquier extinción. Entre sus consecuencias estaría un oscurecimiento global, un invierno de varios años a lo juego de Tronos, terremotos, tsunamis o la separación de Australia de la Antártida, que hasta ese momento formaba parte del supercontinente de Gondwana.
El impacto también tuvo consecuencias en la otra punta del mundo y pudo haber sido, si no el responsable, si el detonante de esta gran mortandad. Según algunas teorías, los traps siberianos surgieron como resultado de una serie de réplicas sísmicas en el interior de la Tierra tras el impacto del meteorito de Tierra de Wilkes; estas réplicas culminaron en una erupción gigantesca en las antípodas que dio comienzo al apocalipsis.
Imagina que vas tan tranquilo caminando por la calle y alguien aparece de la nada y te da una colleja, tan pero tan grande, que se te salen los ojos de la cara. Usando este bruto símil, algo parecido le pasó a nuestro planeta, tras recibir el impacto de un tremendo meteorito en Tierra de Wilkes, en la otra punta del globo se abrió una fisura en la corteza por la que empezó a ascender materiales del manto. La Tierra sangró y sangró durante millones de años y de su herida emanaba lava que fue formando esta enorme región magmática.
Una herida sangrante:
Esta región de raras colinas y mesetas con forma de terrazas o escalones, fue generada por colosales erupciones volcánicas que aumentaron las temperaturas de la atmósfera y del mar y liberaron grandes cantidades de gases tóxicos y de efecto invernadero en un período de tiempo relativamente breve.
Según recientes estudios, los traps siberianos entraron en erupción en el momento propicio, y durante el tiempo adecuado, para prácticamente acabar con toda la vida sobre la faz de la Tierra. Las primeras erupciones explosivas empezaron unos 300.000 años antes del comienzo de la Gran Extinción, cuando grandes cantidades de lava fluyeron sobre la tierra y bajo la superficie, creando inmensas capas de roca ígnea en la corteza superficial.
Durante más de un millón de años, distintos puntos al este y sur de la actual ciudad de Norilsk, en Siberia, entraron en erupción formando las escalonadas coladas de lava que hoy conocemos como traps. Es posible que algunas de las erupciones individuales llegasen a emitir volúmenes de lava superiores a los 2000 km³. Las estimaciones sobre su extensión original arrojan cifras cercanas a los siete millones de kilómetros cuadrados, con un volumen de lava de entre uno y cuatro millones de kilómetros cúbicos, suficiente para cubrir una región del tamaño de Estados Unidos con un manto de magma de un kilómetro de espesor.
Estas erupciones masivas una vez más iban a tener importantes efectos secundarios. Los gases emitidos por los traps siberianos pudieron provocar de por sí un elevado efecto invernadero; se estima que se liberó suficiente dióxido de carbono como para aumentar la temperatura del planeta en unos 5°C. No lo suficiente como para matar al 95% de las formas de vida pero si lo justo como para provocar un crecimiento descontrolado en la población de Methanosarcina, un microorganismo anaerobio productor de metano (un gas de efecto invernadero veintitrés veces más potente que el dióxido de carbono). Las cosas en la superficie no paraban de empeorar...
La Methanosarcina es un microorganismo del dominio de las Archaeas capaz de producir metano por tres rutas metabólicas distintas. |
El fusil de clatratos:
Mientras, debajo del mar las cosas no iban mucho mejor... Otro efecto del vulcanismo fue una extensa contaminación de los océanos por el incremento de las concentraciones de mercurio, especialmente en aguas someras y poco profundas, lugares de gran importancia para la actividad orgánica.
Pero lo peor aun estaba por llegar, el efecto invernadero en la superficie hizo que aumentase la temperatura de los océanos hasta un punto crítico en el que los depósitos de hidrato de metano del fondo marino se descongelaron, liberando grandes cantidades adicionales de metano a la superficie y agravando aun más el calentamiento global.
Según esta teoría, conocida como el fusil de clatratos, el calentamiento producido por las erupciones sumado al tremendo efecto invernadero, aumentaron paulatinamente la temperatura del océano hasta que provocaron una liberación repentina de metano desde los depósitos de clatrato situados en los fondos oceánicos, cerca de las costas. Esto liberaría a la atmósfera suficiente metano para elevar las temperaturas en otros 5°C adicionales (el metano es uno de los gases de efecto invernadero más potentes).
Clatrato de metano o hidrato de metano con forma de panel. Estas (inestables) estructuras contienen cavidades en cuyo interior quedan atrapadas moléculas de metano |
Esto además coincide con los cálculos de la temperatura del mar realizados con delta-O-18 (un indicador del ratio de isótopos estables), que revelan unas temperaturas oceánicas ecuatoriales que llegaron a superar los 40°C... un exceso para casi todas las especies marinas que existían.
...y unas gotas de veneno:
A estas alturas la Tierra y los mares ya eran invivibles, pero por si acaso faltaban motivos para extinguirse, hay otra hipótesis que apunta a la liberación de sulfuro de hidrógeno en los océanos. Según esta hipótesis, las aguas oceánicas profundas pierden la totalidad de su oxígeno disuelto periódicamente, esto permite que las bacterias anaerobias (por ejemplo, las bacterias verdes del azufre) proliferen y produzcan sulfuro de hidrógeno.
Si se produce una gran cantidad de sulfuro de hidrógeno (un gas tóxico para la mayoría de los seres vivos) parte de este sulfuro acabará subiendo a la atmósfera, con lo que su concentración aumentaría dramáticamente en tan solo unos pocos cientos de años.
Además de envenenar la atmósfera, el sulfuro de hidrógeno también tiene la peculiaridad de destruir el ozono en las capas superiores de la atmósfera. Sin ozono que les sirva de filtro protector, los pocos organismos que lograron sobrevivir a los gases tóxicos acabarían expuestos a dosis letales de radiación ultravioleta.
Un Inostrancevia atacando a un Scutosaurus, ninguna de las dos especies logró sobrevivir a esta extinción. |
Recuperación
Llegados a este punto, en el planeta Tierra te podías envenenar, quemar, radiar, morir de hambre, de calor, de asfixia... todo eran facilidades para extinguirse. Las temperaturas ecuatoriales terrestres se elevaron hasta acabar con numerosas plantas y animales durante la mayor parte del Triásico temprano. Esta infernal etapa dejó su huella en las reservas de carbón; hay un periodo entre el final del Pérmico y el Triásico Medio, en el que el carbón escasea debido a la pérdida de los pantanos de turba. La turba se forma debido a la putrefacción de vegetación en el agua ácida de marismas, pantanos y humedales en condiciones de baja actividad microbiana; pero estas condiciones no se recuperaron hasta el periodo Anisiense (hace 245-237 millones de años).
Según algunos estudios, el planeta necesitó más de 30 millones de años para recuperarse de las perturbaciones climáticas causadas por las erupciones de los traps siberianos. Los bosques de coníferas ecuatoriales tardaron millones de años en volver a aparecer y las primeras reservas de carbón posteriores al evento datan del Carniense (15 millones de años después del final del Pérmico).
En los mares la destrucción fue aun mayor, las temperaturas ecuatoriales fueron muy superiores a las toleradas por la mayoría de vertebrados marinos durante al menos dos episodios puntuales, y la inmensa mayoría de los tetrápodos se desvanecieron, con pequeñas excepciones en lo que hoy en día es Utah.
Conclusiones
Probablemente no había nada que los habitantes de la Tierra pudiesen hacer para evitar esta concatenación de catástrofes; y probablemente si se repitiese hoy en día tampoco podríamos hacer gran cosa. Sin embargo si deberíamos tomar nota de las reacciones en cadena que sucedieron una vez que el planeta se desestabilizó. Un "pequeño" cambio de 5º C en la temperatura global disparó fusiles de clatratos, envenenó la atmósfera y los mares, destruyó la capa de ozono, extinguió a prácticamente todas las especies que poblaban la Tierra y nos dejó sin carbón del Triásico para nuestras barbacoas.
Actualmente, las nada acogedoras ciudades de Norilsk y Talnakh cuentan con grandes depósitos de níquel, cobre y paladio que se formaron en los conductos de magma de estos traps. |