02 marzo 2025

Monumento Buzludja - Bulgaria

En el centro de Bulgaria, en su pico más alto, se erige un desconcertante monumento con aspecto de OVNI petrificado, se trata del monumento Buzludja, uno de los más claros exponentes de la arquitectura brutalista de la era comunista en Europa del Este. Este desconcertante monumento fue construido por el gobierno comunista para conmemorar un gran hito en la historia del país: una reunión secreta que desembocaría en la fundación del Partido Socialdemócrata Búlgaro. 

La inaccesible ubicación del monumento, en la cima del monte Buzludja en los Montes Balcanes, tiene un significado histórico importante. En esta región, en 1891, los revolucionarios búlgaros liderados por Dimitar Blagoev fundaron el Partido Socialdemócrata Búlgaro, que posteriormente se convertiría en el Partido Comunista Búlgaro. En conmemoración de este hecho histórico, se decidió construir un imponente monumento que simbolizara el triunfo del comunismo en el país.

Inaugurado en 1981, el Monumento Buzludja fue diseñado por el arquitecto Georgi Stoilov. El edificio está compuesto por una gigantesca estructura de hormigón en forma de platillo volador, con una torre que se eleva hasta 70 metros de altura con una estrella roja de cristal en su cúspide.

La construcción del monumento fue toda una hazaña de ingeniería, ya que requirió varios años y se llevó a cabo en condiciones extremas en una de las cimas más altas y expuestas de Bulgaria. Su diseño futurista y brutalista reflejaba la visión utópica del comunismo, al tiempo que mostraba el poder y la grandeza del Partido Comunista Búlgaro.

En su interior, los muros estaban adornados con mosaicos que representaban figuras y momentos importantes del comunismo, incluidos retratos de líderes como Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin. La minuciosa colocación de estos mosaicos que revisten el interior fue una de las tareas que más tiempo requirió.

Tenemos que hablar de brutalismo

Llegados a este punto es menester explicar en qué consiste el brutalismo, una corriente arquitectónica que parece volver a ponerse de moda en los últimos tiempos: El brutalismo surgió durante la década de los 50 en el Reino Unido en gran parte impulsado por los proyectos de reconstrucción de la era de la posguerra. Se trata de una corriente moderna derivada del racionalismo, que surge como contraposición al estilo ornamentado y nostálgico de la arquitectura en la década de 1940.

Se distingue por su apariencia pesada, imponente y funcional. Asociado inicialmente a edificios institucionales, con el tiempo este estilo sencillo y práctico se expandió a otro tipo de construcciones, especialmente cuando las comunidades económicamente más desfavorecidas buscaron métodos de construcción baratos para el desarrollo de casas y centros comerciales en masa.

El edificio Torres Blancas, en Madrid, es quizás el más claro ejemplo de brutalismo en España.

Estos edificios se caracterizan por sus formas minimalistas que muestran los materiales empleados de forma tosca, buscando un estilo más realista y de pragmático. Sus principios básicos eran el uso del hormigón, materiales industriales inacabados, elementos estructurales fuertes, ángulos marcados, formas rígidas y una paleta monocromática.

La palabra brutalismo proviene de béton brut, un término francés que se traduce como "hormigón en bruto" y también es válida para describir su impactante estética. Otros afirman en cambio que procede de la frase sueca nybrutalism, o "Nuevo brutalismo", empleada por primera vez por los arquitectos británicos Alison y Peter Smithson. Hay incluso quien lo relaciona con el "art brut" un termino definido por el artista francés Jean Dubuffet para describir el arte marginal creado fuera de los cauces artísticos habituales. 

Biblioteca Geisel, en California, EEUU.

Uno de sus pioneros fue el arquitecto modernista franco-suizo Le Corbusier, quien se obsesionó con el hormigón, el expresionismo y la "honestidad" de estos materiales de construcción que nos rodean en la era moderna. Parte del encanto de estas construcciones es que parecen un homenaje a la arquitectura y el proceso constructivo en si mismo, nada desvía la atención de lo que es el edificio en si mismo y su función.

En el fondo, se trata de un movimiento de sincero. No hay adornos, ni desorden, ni tapicerías llamativas, ni papeles pintados tapando los materiales básicos de construcción. Nada está tapado ni pretende ser lo que no es. Si a esto añadimos que la mayor parte del mundo ha nacido y crecido entre estos mismos materiales industriales, este enfoque puede resultar familiar y reconfortante en cierto modo.

El Teatro Estatal de Ópera y Ballet de Chuvash, en Cheboksary (Rusia).

La aceptación de este movimiento siempre estuvo dividida: mientras algunos arquitectos adoptaron el estilo por su impactante estética futurista, otros lo rechazaban categóricamente, ya que lo veían simple, frío y opresivo. 

En cualquier caso fue el reflejo de una época de modernidad y optimismo ante el futuro, actualmente existe una gran cantidad de edificios inspirados en la arquitectura brutalista que se han convertido en iconos a lo largo de las décadas. Podemos encontrar ejemplos por todo el mundo, desde la URSS hasta EEUU. 

Uno de los más impactantes se encuentra en mitad de Manhattan, en Nueva York: en el número 33 de Thomas Street, se alza un edificio de 169 metros, 29 plantas y 0 ventanas. Una fantasía brutalista que resulta hostil y opresiva para cualquier huésped; no obstante a pesar de su aspecto despiadado, es una central telefónica plenamente funcional, autosuficiente y capaz de aguantar lluvia radioactiva.

El AT&T Long Lines Building en el 33 de Thomas Street, Nueva York.

Sin embargo, aunque inicialmente el movimiento tenía la noble intención de evitar la ornamentación en favor de una construcción minimalista y honesta, muchos regímenes comunistas adoptaron el estilo, lo que llevó a muchos a asociar el brutalismo con la política totalitaria y su decadencia final. En la década de 1980, había caído en desgracia.

Antes de su declive, este estilo arquitectónico dejó una profunda huella en los barrios residenciales de la URSS, ya que demostró ser una forma de construcción prefabricada rápida y barata que podía dar solución a los numerosos problemas de vivienda soviéticos

Bloques de viviendas en Obolon, Kiev.

Un ejemplo serían las jrushchovkas (en honor al líder Nikita Jrushchov), un tipo de viviendas prefabricadas construidas en la antigua Unión Soviética que permitieron construir hasta 2,2 millones de pisos al añoPosteriormente llegarían los brezhnevki, un modelo de viviendas aun mayor (y más brutal) que permitiría uno de los mayores desarrollos urbanísticos de la historia de la humanidad. 

Por desgracia, este tipo de edificios envejecen muy mal sin el mantenimiento adecuado, la ausencia de materiales de revestimiento ha hecho que muchos de estos edificios tengan que ser remodelados o derribados en Europa. En los países de la órbita soviética en cambio muchos de estos monumentos fueron abandonados convirtiéndose en monumentos a la decadencia, ecos lejanos de un pasado mejor.

Monumento al Levantamiento de la Gente de Kordun y Banija, en Croacia.

Decadencia y Abandono

Volviendo al monumento Buzludja, con la caída del régimen comunista en Bulgaria en 1989, el monumento perdió su función simbólica original. Como muchas otras construcciones de la época comunista, Buzludja fue abandonado, y al igual que otras muchas construcciones brutalistas, sin el debido mantenimiento, su deterioro fue rápido y pronunciado 

En las décadas siguientes, el lugar cayó en ruinas, con la naturaleza devorando lenta y gradualmente la estructura. Los mosaicos se desmoronaron, las ventanas se rompieron y la majestuosa estrella roja de la torre se hizo añicos. 

Lo que una vez fue un centro de propaganda y de celebración del poder comunista, se convirtió en una ruina desolada y olvidada que sin embargo sigue atrayendo a fotógrafos y aficionados de todo el mundo por su aspecto misterioso y decadente (el morbo del "urbex" una vez más)

A pesar de su estado de deterioro, Buzludja sigue siendo un símbolo poderoso, pero quizás es un sentido distinto al que sus creadores imaginaron. Para algunos, representa el declive de los regímenes comunistas, mientras que para otros, es un recordatorio del optimismo respecto al futuro que caracterizó al movimiento socialista en Europa del Este. 

El simbolismo del Monumento Buzludja también ha evolucionado con el tiempo. Lo que alguna vez fue una obra maestra de la propaganda comunista es ahora un testimonio del paso del tiempo y de la transformación política de Bulgaria. Hoy en día esta masa de hormigón edificada en el medio de la nada sigue siendo tan intrigante como en sus origines, pero ahora, una vez vacía e inútil, genera sentimientos encontrados, donde antes había grandeza y respeto, ahora solo hay nostalgia y soledad. En cierto modo, estas ruinas son un memento mori, un recordatorio de que cualquier ideología dominante, cualquier imperio, con el tiempo es susceptible de desaparecer. 

El Futuro del Monumento

En los últimos años, ha habido iniciativas para preservar el monumento. Algunos defensores abogan por convertir Buzludja en un museo que narre la historia del comunismo en Bulgaria, mientras que otros piensan que debería restaurarse como un lugar turístico. En 2018, la organización Europa Nostra lo incluyó en su lista de los "Siete Sitios Más Amenazados" de Europa, lo que impulsó un mayor interés internacional en su conservación.

El debate sobre su futuro refleja los sentimientos contradictorios de Bulgaria con su pasado comunista. Mientras que algunos desean que el monumento se conserve como un legado histórico, otros prefieren dejar que siga su deterioro ya que simboliza perfectamente el declive de una época y un sistema político.

En cualquier caso, el monumento Buzludja es todo un símbolo de la historia turbulenta de Bulgaria, del auge y caída del comunismo en Europa del Este, y de cómo el pasado aún tiene ecos en el presente. Su imagen de abandono, en contraste con su poderosa estructura, seguirá cautivando la imaginación de quienes lo visitan y mantendrá viva la conversación sobre cómo debemos recordar y preservar los momentos más oscuros y complejos de nuestra historia.

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