06 septiembre 2024

Sévernaya Zemliá - Rusia

Actualmente pisar tierra virgen es algo muy difícil de conseguir, las imágenes por satélite han revelado prácticamente todos los rincones del planeta destruyendo gran parte de la magia de explorar tierras recónditas. Unos de los últimos territorios que aun permanecían sin descubrir era Severnaya Zemlya ("Tierra del Norte" en ruso), un archipiélago extremadamente desapacible en el desierto polar ártico, cerca de la no menos desapacible costa de Siberia.

Imagen satélite del Landsat-8 del archipiélago de Severnaya Zemlya

Perdido entre unas aguas permanentemente bloqueadas por el hielo del océano Ártico, el archipiélago de Tierra del Norte fue avistado en 1913 y cartografiado por primera vez veinte años después. Aunque existen referencias de 1810 en las que se postula la existencia de tierra firme en esta región, no fue hasta la Expedición Hidrográfica al Océano Ártico (1913-15) cuando los rompehielos Taimyr y Vaigach avistaron estas islas por primera vez mientras exploraban la Ruta del Mar del Norte. Esto convierte a este remoto lugar en el último archipiélago de la Tierra en ser descubierto.

El rompehielos Taimyr

Inicialmente, la expedición izó una bandera rusa en lo que pensaban era una simple isla (en realidad son unas 15) y la denominaron "Tierra de Nicolás II". En 1926 la URSS rebautizó el archipiélago como Tierra del Norte. En 1931 el vuelo polar del Graf Zeppelin descubrió que había por lo menos dos islas y dos años más tarde se completaría el primer mapa detallado del archipiélago.

El Graf Zeppelin, un coloso que logró dar la vuelta al mundo

Hoy sabemos que se compone de cuatro islas principales (Revolución de Octubre, Bolchevique, Komsomolets y Pioneer) y más de 10 islas menores; casi todas ellas repletas de glaciares y rodeadas por infranqueables acantilados de hielo que dan lugar a numerosos icebergs. 

El sitio es inhóspito, no se si lo hemos recalcado lo suficiente; las temperaturas medias anuales no llegan a los 0 °C con inviernos en los que la temperatura media se desploma hasta los −29 °C con mínimas por debajo de los -50 °C. Se trata de un desierto polar en el que no vive ningún humano y hasta las plantas tienen serias dificultades para sobrevivir, el clima es seco y todo el suelo está cubierto por una capa de permafrost de medio metro. De hecho, el glaciar de la Academia de Ciencias, en Komsomolets es la capa de hielo más grande de Rusia: una gran cúpula de hielo de 5.575 km² con un espesor que alcanza los 749 m.

El estrecho de Vilkitski separa la península de Taimyr, en la costa de Siberia, de la isla Bolchevique

Las aves tienen menos problemas para anidar e incluso reproducirse en algunas de estas isla, se calcula que hay unas 32 especies y varios mamíferos como los lemmings, zorros árticos o incluso lobos o renos.


Darvaza, La puerta del infierno - Turkmenistán

Volvemos a Turkmenistán para conocer su maravilla no-natural más famosa: el cráter de Darvaza. Perdido en el inhóspito (y caluroso) desierto de Karakum, casi en el centro geográfico de Turkmenistán, se encuentra una peculiar atracción turística, una mezcla de error humano y fenómeno geológico que se ha convertido en el lugar más visitado del país.

Según cuenta la leyenda, en 1970 unos geólogos soviéticos estaban realizando una prospección de hidrocarburos en esta zona; el desierto de Karakorum ocupa el 70 % de Turkmenistán y se trata de una región muy rica en petróleo y gas natural. En un momento dado la tierra se derrumbó bajo sus pies y se tragó las tiendas y el equipo de los trabajadores. En el lugar del derrumbe apareció una cueva subterránea llena de metano de unos 70 metros de diámetro y unos 30 de profundidad. Superado el susto, los geólogos analizaron el gas para ver si podían sacar algún provecho y llegaron a la conclusión de que la bolsa de gas no era apta para su explotación. En un principio temían que el cráter ocasionara algún tipo de escape de gases peligroso, así que alguien tuvo la brillante idea de prenderle fuego con la esperanza de acelerar su combustión. El equipo estimó que el incendio se extinguiría en unos pocos días, nada más lejos de la realidad... medio siglo después el cráter sigue ardiendo, incansable y amenazador. 

Tras la caída de la Unión Soviética, el pozo se convirtió en una importante atracción turística, en parte gracias a  la declaración de la zona como reserva natural en 2013. Actualmente el pozo es conocido como "La Puerta al Infierno" y se divisa desde la lejanía gracias a su resplandor, que destaca en el vacío del páramo que lo rodea. Numerosos turistas se acercan hasta este remoto lugar para sentir el calor de las llamas, oír el rugido de la combustión, oler el azufre que despide y asomarse durante un instante al abismo del averno. Dentro del cráter hay una temperatura de unos 400 ºC y su fuego eterno baila y se agita al ritmo de los vientos del desierto. Los visitantes más osados suelen acampar en las cercanías para disfrutar del espectáculo durante la noche.

A pesar de este atractivo turístico, o precisamente por la atención internacional que suscita esta pifia, ha habido varios intentos de apagarlo, todos sin éxito. En 2010 el incansable pozo agotó la paciencia del entonces presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdymukhamedov, quien decidió que ya estaba harto de la incandescencia de Darvaza.

En realidad el cráter está absurdamente lejos de cualquier población, sin embargo, Gurbanguly afirmaba que el pozo era un peligro para la salud, un riesgo medioambiental y, quizás lo más importante, un derroche de recursos. Así que ordenó a sus funcionarios “encontrar una solución para extinguir el fuego”. Lo cierto es que el cráter no amenaza a absolutamente nadie, su huella medioambiental es mucho menor que la de otras industrias del país y el metano que desprende es difícilmente utilizable, pero si que supone un recordatorio permanente de que en ese lugar, se cometió un terrible error de cálculo. Conscientes del autoritarismo de Gurbanguly, los obedientes ingenieros se pusieron manos a la obra... 

Normalmente todo buen incendio necesita tres cosas: combustible, calor y oxígeno. Para apagar un fuego basta con eliminar uno de estos tres factores. El combustible parece inagotable ya que esta zona está repleta de bolsas subterráneas de metano, el calor es algo inherente a Turkmenistán, así que la única opción es quitar el oxígeno de la ecuación. Para apagar un fuego de pequeñas dimensiones se puede optar por la espuma de los extintores o una manta para impedir la llegada del oxígeno, sin embargo en un fuego de estas dimensiones haría falta llenar todo el cráter con tierra; aun así, esto quizás detendría el fuego pero no impediría que el metano se siga fugando.

Existe un precedente similar y la solución fue un poco turbia... En 1963, un pozo de gas en Uzbekistán se incendió y ardió de forma constante durante tres años. Los funcionarios soviéticos, hartos del fuego, decidieron cortar por lo sano. Si detonaban una bomba, ésta consumiría todo el oxígeno del área circundante y sellaría las fugas de gas. Pero debía ser una buena bomba, una de las que licua la roca para que se bloqueen los conductos bajo tierra, en resumen... una bomba nuclear. 

Sorprendentemente la medida salió bien, y afortunadamente nunca se llegó a replicar en Turkmenistán; a día de hoy todavía es posible visitar este fascinante error que arde incombustible bajo las estrellas del Karakorum. Una penitencia eterna que atormenta a algunos y fascina a muchos otros.

+ info: Gizmodo



Lagos de Ubari - Libia

Lago Umm al-Maa, uno de los más fotogénicos de esta zona

En la región de Fezzan, al suroeste de Libia, hay un enorme e implacable desierto que es conocido como el mar de dunas de Ubari. Esta región forma parte del inmenso desierto del Sáhara y entre sus dunas podemos encontrar un oasis que rompe la monotonía del desierto.

El Mar de dunas de Ubari

Se trata de unos pequeños lagos de agua cristalina que son un vestigio del vergel que había en esta misma región hace 200.000 años. En aquella época toda la zona era verde y fértil y un enorme lago del tamaño de República Checa cubría gran parte de la superficie. Desgraciadamente, con los años y el cambio climático, este lago se fue desecando y las arenas del Sáhara engulleron todo a su paso.

Hoy en día perduran unos 20 pequeños lagos rodeados de una exuberante vegetación que contrasta en gran medida con la aridez que los rodea. Estos lagos dispersos nos permiten imaginar como fue esta fértil región en su día, sin embargo sus tentadoras aguas matarán de sed al sediento viajero que se atreva a beber de ellos.  

A pesar de lo apetitoso que pueda resultar este oasis en el medio de tanta arena, algunos de estos lagos llegan a ser cinco veces más salados que el Mar Mediterráneo. Esto es debido a que los lagos llevan años evaporándose continuamente sin ningún río que reponga sus aguas (Libia no tiene ríos perennes que persistan todo el año). 

Con los años la concentración salina de sus aguas ha alcanzado niveles letales para la mayoría de los animales, y por lo general, cualquiera que beba sus puras aguas se deshidratará y morirá en poco tiempo. Uno de los pocos organismos que pueden tolerar esta elevada concentración salina son unas algas tolerantes a la sal que tiñen algunos de estos lagos con una tonalidad rojiza similar a la sangre.

+ info: DiariodelViajero

Morning Glory Pool - EEUU

The Morning Glory Pool es un pequeño géiser que se encuentra en parque nacional de Yellowstone, Estados Unidos. El espectacular color de esta pequeña piscina natural se debe a unas pequeñas bacterias que viven en sus aguas y que cambian de color en función de la temperatura del agua. El color de esta piscina, al igual que el paisaje que la rodea, cambia por completo en cada estación.

Este agujero natural fue llamado así por su parecido con la Convolutus, una flor de vivos colores conocida también como "Morning Glory" (Gloria Matinal en castellano), un término que también se usa coloquialmente para referirse a las erecciones matutinas...

Convolutus tricolor o Morning Glory Flower

En la actualidad está prohibido bañarse, y pese ello, las autoridades del parque sacan todas las semanas kilos de desperdicios del interior; esta basura afecta a la circulación de su agua, acelerando la pérdida de energía termal y provocando cambios en sus temperaturas, colores y apariencia. De hecho, se trata de uno de los puntos más vandalizados de Yellowstone.

En invierno esta fuente adopta tonos blancos y azules

A pesar de lo tentador que pueda parecer bucear en estos agujeros, bromear con este tipo de fuentes no suele ser una buena idea. En 2016 un hombre "se disolvió" tras caer en una fuente termal ácida en este mismo Parque Nacional de Yellowstone. Se trataba de un turista estadounidense que buscaba una piscina en la que sumergirse (una práctica conocida como "hot pot"). Acompañado de su hermano buscaron un sitio en el que no les viesen los guardabosques y al agacharse para comprobar la temperatura del agua se resbaló y cayó dentro de la fuente termal. Al día siguiente los trabajadores trataron de recuperar su cuerpo de las hirvientes y ácidas aguas pero ya no quedaba nada de él.

En verano los tonos son más ocres y verdes