Ganvié es una pequeña ciudad africana de unos 20.000 habitantes, situada dentro del lago Nokoué, en Benín. Debido a su peculiar ubicación flotando en las aguas del lago, muchos la conocen como "la Venecia africana", y en los últimos años ha convertido en uno de los principales reclamos turísticos de un país en el que el turismo es la segunda fuente de ingresos tras la agricultura.
Originalmente, los habitantes de Ganvié se dedicaban a la agricultura cultivando los campos cercanos. Hoy en día prácticamente toda la población vive de la pesca, pero también cada vez más del turismo. En una ciudad en donde la única manera de desplazarse es en canoa o piragua, muchos usan estas pequeñas embarcaciones para transportar turistas por sus acuáticas calles.
En el corazón de Benín, en el oeste de África, se encuentra Ganvié, una peculiar ciudad única en el mundo. Construida sobre las tranquilas aguas del lago Nokoué hace más de 300 años, esta "Venecia a la africana" destaca por su singular arquitectura y por su ambiente pintoresco. Sus coloridas casas se elevan sobre el agua apoyadas en pilares de madera y bambú, creando la ilusión de estar hundiéndose en las aguas del lago. Estas viviendas flotantes están conectadas por una red de canales que hacen de calles. Aquí, el único medio de transporte son las canoas, que continuamente surcan las aguas del lago Nokoué.
Una mezquita en Ganvié |
Pero más allá de su fachada, Ganvié esconde una historia de resistencia contra la esclavitud que la ha convertido en todo un símbolo de resiliencia. Inicialmente, este curioso asentamiento se empezó a formar entre los siglos XVI y XVII cuando algunos miembros de la tribu Tofinu, que habitaba en la zona del Golfo de Guinea, comenzaron a construir sus viviendas en el agua. Este pueblo escogió como asentamiento el lago Nokoué debido a que la religión del Dahomey prohibía a los guerreros entrar en el agua, esto convertía la laguna en un terreno seguro a salvo de los envites de otras tribus.
En el siglo XVIII, la tribu Tofinu, cuyo nombre significa “personas”, se vio amenazada por el poderoso Reino de Dahomey, los Fon. Con la llegada de los colonizadores franceses, el rey de Dahomey llegó a un acuerdo con los invasores según el cual les entregarían miembros de otras tribus vecinas a cambio de que dejaran en paz a su pueblo. Este acuerdo sembró el conflicto en toda la región y convirtió en presas a los Tofinu, quienes huyendo de la esclavitud, buscaron refugio en las aguas del lago Nokoué.
Según la mitología yoruba, la diosa serpiente Iya Omi protegía el lago y castigaba con severidad a quienes osaran luchar en él. Amparados por estas creencias, los astutos Tofinu comenzaron a construir sus viviendas sobre pilares de madera, creando una ciudad impenetrable y fácil de defender (solo se podía acceder a ella en barca) y en la que toda agresión sufriría la ira de Iya Omi. Así nació Ganvié, un símbolo de la resistencia contra la colonización y un fiel reflejo del ingenio y la capacidad de adaptación de sus habitantes.
Una leyenda local amplía más este mito fundacional: En el siglo XVIII, los gobernantes de Dahomey adoptaron la molesta costumbre de capturar y esclavizar a todos los miembros de los reinos más pequeños. Para evitar que su pueblo corriese la misma suerte, el rey Abodohoué se convirtió en una garza y voló por el campo hasta que encontró una zona remota en la que restablecer su reino. Ese lugar era el centro del lago Nakoué y, para construir el pueblo en el agua, el rey Abodohoué se convirtió en cocodrilo y convenció a otros cocodrilos del lago para que lo ayudaran a construir el pueblo.
Las leyes de Dahomey prohibían cualquier confrontación bélica sobre el lago, considerado un espacio sagrado bajo la protección de la serpiente Iya Omi, espíritu del agua. Esto convirtió al asentamiento en una especie de santuario en el que, amparados por las creencias locales, muchos se refugiaron huyendo de la opresión colonial.
Mercado de día |
Con el tiempo, Ganvié fue creciendo hasta alcanzar su población actual: unos 20.000 habitantes que encuentran en el lago su hogar y su sustento. Durante años, la pesca ha sido la actividad principal de Ganvié. Para ello se emplean una gran variedad de técnicas tradicionales, desde el lanzamiento de redes hasta la cría en una especie de piscifactorías flotantes llamadas acadjas. Estas estructuras hechas con hojas de palmera y bambú sirven de refugio a los peces, que acuden a alimentarse facilitando la labor de los pescadores locales.
En los últimos años, Ganvié se ha reorientado hacia el turismo atrayendo a viajeros de todo el mundo. Llegar a esta ciudad-isla requiere un corto viaje de media hora desde el embarcadero de Abomey-Calavy, donde se pueden comprar los tickets para un recorrido guiado. Hoteles y restaurantes flotantes ofrecen a los visitantes la oportunidad de degustar la gastronomía local, mientras que las iglesias y mezquitas, ofrecen un espacio de intercambio cultural que nos da un fiel reflejo de la vida cotidiana de sus habitantes.
No obstante, Ganvié es mucho más que una atracción turística. Es un recordatorio de la tenacidad humana y de su capacidad para superar las adversidades y las amenazas externas a base de adaptabilidad e ingenio. Actualmente, esta ciudad-isla flotante sigue siendo un símbolo de libertad e independencia, un sitio que mantiene viva su cultura ancestral y que mira con optimismo hacia el futuro.