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| Mapa de Valaquia en 1789 |
Hoy vamos a hablar del principado de Valaquia, un voivodato de Europa oriental que existió desde la Baja Edad Media hasta mediados del siglo XIX, cuando se integró en la actual Rumanía. Valaquia se sitúa al norte del Danubio (que la separa de Bulgaria) y al sur de los montes Cárpatos (que la separan de Transilvania). Su ciudad más importante sería Bucarest, la actual capital de Rumanía. Durante siglos ha sido un territorio disputado por todas las potencias cercanas (húngaros, rusos, otomanos, moldavos...) ya que se trata de una de las puertas que comunican Asia y Europa.
En la Antigüedad, la región estaba poblada por tribus tracias de Dacia, que llamaron a esta región con su mismo nombre: la Dacia. Después de ser atravesado por innumerables pueblos durante las invasiones bárbaras, finalmente se establecieron allí los búlgaros y formaron, en el año 681, un poderoso estado que se extendía a ambos lados del Danubio. Al igual que muchas otras regiones de Europa, en años sucesivos fue invadida por el Imperio Bizantino, arrasada por los Tártaros, disputada por voivodas (gobernantes militares) y kniaz (príncipes), reconquistada por los zares búlgaros y un montón de aventuras más que no vienen a cuento...
A partir de 1330, Valaquia volvía a unificarse y se convertía en un principado independiente. No duraría mucho, cien años después, "decidió" convertirse en un estado vasallo del Imperio turco (pero sin llegar a ser plenamente una provincia otomana). Durante estos años, conservó su autonomía, sus leyes, su ejército, su flota, sus embajadores y sus príncipes, siendo el más conocido de ellos Vlad III (1431-1476), el motivo real de este post.
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| Escudo de Valaquia |
Desde 1716, los sultanes turcos comenzaron a nombrar ellos mismos los príncipes (previamente aprobados por la nobleza rumana). Todos los candidatos eran griegos otomanos conocidos como los "phanariotes". Esto, como es lógico, provocó el descontento creciente en la población autóctona hasta que, en 1821, el gobierno de los fanariotas llegó a su fin tras una revolución liderada por Tudor Vladimirescu.
En 1831 se aprobó un "reglamento orgánico" para Valaquia, que, en 1859, se unió a Moldavia, para formar los "Principados Unidos de Moldavia y Valaquia". De este modo, ambas regiones quedaban unidas de facto al ser gobernadas por un mismo príncipe, Alexandru Ioan Cuza.
Alexandru declaró la independencia de este nuevo estado (Rumania) veinte años después, el 24 de diciembre de 1861, pero esta independencia no sería reconocida oficialmente hasta el final de la guerra ruso-turca (1877-1878) y la redacción de los tratados de San Stefano y de Berlín. Tras la Primera Guerra Mundial, Transilvania se uniría a estos dos territorios formando lo que actualmente conocemos como Rumanía.
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| La muy sosa bandera de Valaquia |
Para explicar la turbulenta historia de este territorio es necesario remontarse al siglo XV y al que sin duda ha sido su gobernante más famoso, Vlad III de Valaquia, más conocido como "Drácula".
En aquella época, Valaquia, junto con Moldavia y Transilvania, formaba la Tara Romaneasca, es decir, Rumania, un territorio muy disputado donde los soberanos católicos de Hungría se enfrentaban a los turcos, que amenazaban a Europa. Unos y otros presionaban a los voivodas locales para que se decantasen por su bando, lo cual no era difícil: tanto los hijos legítimos como los bastardos tenían los mismos derechos al trono, por lo que siempre había un pretendiente disponible al que tentar o amenazar.
En la Valaquia de comienzos del siglo XV reinaba el caos y la violencia: el actual voivoda (Alexander) y su hermano (Vlad) se enfrentaban a muerte por el poder. Mientras tanto, los otomanos lanzaban sus ejércitos sobre esta codiciada región, que en aquel momento formaba parte del reino húngaro....
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Mapa del Principado de Valaquia en 1707
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Vlad II
Vlad II, un distinguido noble, hijo de un poderoso voivoda anterior, esperaba ocupar el trono cuando quedara vacante, pero fue su hermanastro Alexander Aldea quien se impuso. En 1431, Vlad II fue admitido en la orden del Dragón, fundada por Segismundo de Luxemburgo, emperador y rey de Hungría. Esta orden estaba formada por 24 nobles del más alto rango, consagrados a "detener la expansión otomana en Europa, luchar contra la herejía y defender la familia imperial". Desde entonces, Vlad pasaría a ser conocido como Vlad Dracul (Dragón), y su hijo, nacido en ese mismo año, heredaría el nombre de Vlad Draculea o Drácula (El hijo del dragón).
Al admitirle en la Orden del Dragón, Segismundo había encargado a Vlad II la defensa de la frontera con Transilvania. Sin embargo este asunto no era ni de lejos la prioridad de Vlad Dracul, que se pasó los siguientes cinco años guerreando e intrigando contra su hermanastro Alexander, incluso con la colaboración de los otomanos a los que había jurado combatir. Todo valía con tal de adueñarse del poder, pero Vlad II no se hizo con el trono hasta que su hermanastro falleció de muerte natural en 1436.
Una vez en el poder, Vlad II cambió de bando cada vez que lo juzgó conveniente. El (lógico) resultado de todos estos bandazos y traiciones fue que Juan Hunyadi, regente de Hungría, invadió Valaquia en el año 1442 para poner en el trono a cualquier otra persona que resultase más fiable. Dos años más tarde, el sultán Murad II le tendió una emboscada a Vlad II mientras vagaba por Valaquia y lo forzó a entregar como rehenes a sus dos hijos menores: Vlad Draculea y Radu el Hermoso. A cambio, le proporcionaría tropas para recuperar el poder en Valaquia.
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| El castillo de Bran marcaba la frontera entre Valaquia y Transilvania. Este castillo se ha vinculado frecuentemente con Vlad III Drăculea, pero parece ser que él jamás vivió aquí y que su verdadera fortaleza fue el Castillo de Poenari. |
Mientras tanto, su padre no dudó en cambiar nuevamente de bando aunque al hacerlo arriesgase las vidas de sus propios hijos. Hartos de tanta tontería, en 1447, los boyardos (unos aristócratas valacos) se sublevaron contra Vlad Dracul y lo mataron a golpes; también cegaron y enterraron vivo a su hijo mayor, Mircea. Juan Hunyadi, quien había instigado el asesinato de Dracul, puso como voivoda a Vladislaus, otro noble valaco.
Vlad III
Y aquí es donde empieza la historia de nuestro protagonista: Vlad III de Valaquia, también conocido como Vlad Tepes ("el empalador", en rumano) o Vladislaus III Drăculea. Vlad III fue voivoda (o príncipe) de Valaquia entre los años 1456 y 1462. Está considerado como uno de los gobernantes más importantes (y crueles) de la historia de Valaquia y un héroe nacional de Rumanía.
Vlad nació en la ciudad rumana de Sighişoara (Transilvania), el 8 de noviembre de 1431 y murió en batalla el 14 de diciembre de 1476 en las cercanías de Bucarest. Vlad se hizo famoso por tres cosas: su increíble arrojo y valentía, su implacable sentido de la justicia y su extraordinaria crueldad, capaz de llamar la atención incluso en aquellos tiempos sangrientos.
Su traumática infancia pudo ser muy determinante a la hora de formar su carácter como príncipe. A los 13 años, en 1444, Vlad y su hermano menor Radu, fueron entregados como rehenes al Imperio otomano para asegurar la lealtad de su padre. Durante tres años, Vlad fue criado por el sultán Murat II y convivió con su hijo Mehmet II, el futuro conquistador de Constantinopla, a quien consideraba un hermano. Durante los años que permaneció en la corte otomana, Drácula siempre fue tratado bien por el sultán y su hijo, pero aun así, Drácula les guardaría rencor el resto de su vida.
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| Retrato de Vlad III, el empalador |
Al volver a su país tras el exilio, su padre Vlad Dracul había muerto apaleado por orden de los Boyardos; mientras que a su hermano mayor, Mircea, le quemaron los ojos con un hierro al rojo vivo antes de enterrarlo aún con vida. Así las cosas, Vlad no se caracterizaría por su compasión con los boyardos. En 1448, un joven Vlad de 16 años logró expulsar al nuevo voivoda de Valaquia con la ayuda de los otomanos, pero los húngaros lograron reponer a Vladislaus en el trono pocos meses después.
Durante ocho años Vlad estuvo viajando por Valaquia buscando apoyos y aprendiendo varias tácticas político-militares. Durante este tiempo contactó y trabó amistad con Esteban de Moldavia, quien le ayudaría en el futuro contra sus eternos enemigos: los turcos.
Entonces, Vladislaus cometió un error de cálculo: viendo que los pujantes turcos habían invadido Constantinopla en 1453, decidió cambiar de bando, lo cual enfureció a los húngaros, que decidieron retirarle su apoyo. Drácula supo aprovechar la oportunidad y en 1456 derrotó a Vladislaus matándolo en un combate personal.
En cuanto a los boyardos... en la Pascua de 1459 invitó a doscientos de ellos (y a sus familias) para celebrar una gran cena de reconciliación. Las mujeres y los ancianos fueron ejecutados, y los demás se convirtieron en mano de obra esclava para construir un castillo junto al río Arges; muchos murieron de agotamiento.
Política Interior
Para reemplazar a los boyardos, Drácula fue creando nuevas élites: los armas, administradores de la justicia; los viteji, una élite militar formada por pequeños propietarios campesinos que se habían distinguido en el campo de batalla, y los sluji, mezcla de policía política y guardia personal. Al mismo tiempo favoreció a los campesinos y artesanos, liberándoles de los tributos en dinero e hijos que habían tenido que pagar al Imperio otomano.
Para afianzar su poder, Vlad III Drácula empezó a nombrar a dedo a plebeyos e incluso a extranjeros para todos los cargos públicos. No se trataba de una política progresista de ascenso de las clases bajas, sino más bien de reforzar su poder personal creando marionetas dependientes por completo de la voluntad arbitraria del voivoda, quien podía nombrarlos, destituirlos o, incluso, ejecutarlos a voluntad.
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| El Castillo de Poenari fue probablemente la residencia real de Vlad |
La siniestra fama que iba a convertir a Vlad III Drácula en "el terror de los Balcanes" surgió del trato brutal que dio a las minorías. En una región donde el título de genocida se vende caro, Drácula supo destacar por su crueldad. Para librarse de vagabundos y mendigos, los invitó a un banquete, cerró las puertas del castillo y los quemó a todos vivos. Los gitanos, otro grupo tradicionalmente perseguido, fueron exterminados o alistados a la fuerza en su ejército.
Uno de sus problemas de Valaquia era la población alemana, sajona en su mayoría, que se concentraba en unas pocas ciudades en las que disponían de gobiernos autónomos e importantes privilegios comerciales y fiscales. En su momento, los asentamientos sajones habían servido para repoblar zonas estratégicas e impulsar la economía local, pero ahora suponían un estamento privilegiado que, a los ojos de Drácula, perjudicaban a la población rumana local.
Drácula les impuso duras cargas fiscales y bloqueó su comercio cuando se resistían a pagar. El resultado fue que húngaros y sajones empezaron a ofrecer su apoyo a nuevos pretendientes al trono. No faltaban los candidatos: Dan III, Vlad el Monje (hermanastro de Drácula) o Basarab Laiota. La respuesta de Vlad no se hizo esperar. Cuando la ciudad sajona de Brasov apoyó a Dan III, Vlad decidió empalar a 30.000 personas, cenar entre los empalados moribundos y luego quemar Brasov entera. Desde entonces dejaron de llamarle por el honroso apelativo de Drácula y empezaron a llamarle tse’pesh o Tepes, "El Empalador".
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| Vlad siempre firmaba como Wladislaus Dragwlya. |
Otras ciudades rebeldes como Sibiu, Tara Bârsei, Amlas y Fagara sufrieron igualmente sangrientas represalias hasta que se sometieron en 1460. Más allá de la crueldad personal, la actuación de Vlad Tepes respondía a una política global de aplastamiento y sometimiento de una minoría privilegiada de origen extranjero.
Política exterior
En cuanto a su política exterior, Vlad III se distinguió claramente de su padre y de otros muchos caudillos de la época, pues una vez en el poder jamás cedió en su oposición irreductible contra los turcos. Para ello contó con el apoyo de Matías Corvino, hijo de Juan Hunyadi y soberano de Hungría. Nunca cambió de bando, le fueran bien o mal las cosas. Por el contrario, su hermanastro Radu el Hermoso se convirtió al Islam y, según las crónicas bizantinas, incluso llegó a ser amante del sultán Mehmet II.
Las campañas de Vlad III contra los turcos fueron de una extraordinaria brutalidad, aunque, a decir verdad, éstos tampoco eran clementes con quienes se les resistían. En 1459, Mehmet II envió una embajada para reclamar un tributo de 10.000 ducados y 300 muchachitos. La respuesta del Vlad fue mandar de vuelta a los embajadores con los turbantes clavados en sus cabezas, alegando que le habían faltado al respeto al no descubrirse para saludarle.
Antonio Bonfini, historiador de la corte húngara, registró ésta y otras anécdotas sobre Vlad en su Historia Pannonica de 1495. Bonfini describió a Vlad como "un hombre de crueldad y justicia inauditas":
"...los mensajeros turcos vinieron para presentar sus respetos, pero se negaron a quitarse los turbantes, de acuerdo a su tradición. Vlad fortaleció sus costumbres clavándoles los turbantes en la cabeza para que no pudieran quitárselos."
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| Esta pintura de Theodor Aman muestra a Tepes recibiendo a los enviados turcos. |
En 1461, los turcos le ofrecieron conversaciones de paz, pero en realidad pretendían tenderle una emboscada. Vlad respondió con una incursión devastadora en los dominios turcos al sur del Danubio. En enero de 1462 escribió a Matías Corvino explicándole que había cortado 24.000 cabezas (sin contar a quienes habían muerto en el incendio de sus casas). Para demostrar la veracidad de sus palabras aportaba sacos enteros llenos de narices y orejas cortadas. En realidad, y como reconocía el propio Vlad, la mayoría de las víctimas eran simples campesinos: cristianos serbios y búlgaros que habían sido sometidos por los turcos.
En la primavera de 1462, Mehmet II reunió un ejército de 90.000 hombres y avanzó sobre Valaquia. Vlad disponía de solo 30.000 guerreros, por lo que optó por acosar a los turcos con ataques nocturnos, guerra de guerrillas o tácticas de tierra quemada (desde infectar pozos de agua hasta mandar enfermos de tuberculosis a los campamentos turcos). El propio Vlad se infiltraba en los campamentos otomanos aprovechando que había aprendido el idioma turco cuando fue rehén de Murad II.
Hasta su trágico final, Vlad hizo y deshizo alianzas en función de los intereses de su patria, Valaquia. Durante todo su reinado se caracterizó por ser un auténtico patriota y defender un territorio que tanto húngaros como turcos veían como una región a conquistar. Casi siempre contaba con un ejército reducido y muy inferior al de sus rivales, por lo que una de sus tácticas más recurrentes fue el terror.
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| Retrato de Mehmet II, hermanastro y archi-enemigo de Vlad |
Durante otra incursión otomana, Vlad empaló a 23.000 prisioneros con sus familias en la ruta del enemigo. Según cuenta la leyenda, el sultán vomitó asqueado y se dio la vuelta horrorizado, probablemente preguntándose si el autor de aquellas atrocidades era realmente el mismo Vlad con el que jugaba cuando eran niños.
Derrota
La victoria final de Vlad no se debió al empuje de los turcos, sino al descontento de los boyardos valacos. Radu, el hermanastro de Vlad, les garantizó que les devolvería sus privilegios. Además, Radu supo ganarse a otras minorías e incluso a parte de la población rumana, asqueada por los métodos sanguinarios de Vlad.
Por otro lado, Matías Corvino (Hungría) estaba aburrido de tanta guerra y deseaba una tregua con el sultán. Vlad ofreció una encarnizada resistencia contra los turcos y los nobles congregados en torno a Radu, pero terminó acorralado y sin un céntimo. El 26 de noviembre de 1462 fue traicionado y apresado por Matías Corvino mientras negociaba con él para conseguir dinero y tropas.
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| Estatua de Matías Corvino |
Vlad permaneció poco tiempo en el calabozo, ya que su influyente primo, Esteban III de Moldavia, intercedió en su favor. Matías Corvino, preocupado por su posible venganza, lo casó con su prima Ilona Szilágyi hacia 1466, y lo retuvo en su corte durante doce años. Mientras tanto, intrigas y traiciones continuaban siendo la moneda de cambio en Valaquia.
Esteban de Moldavia expulsó de este territorio a Radu, pero no devolvió el trono a Vlad, sino que colocó en el poder a un nuevo voivoda, Basarab Laiota. Éste, escasamente agradecido a su protector, negoció enseguida con los turcos para sacudirse el vasallaje moldavo. Así las cosas, Matías Corvino, decidió liberar a la bestia y mandó a Vlad a que recuperase Valaquia para Hungría.
En noviembre de 1476, Vlad derrotó a Basarab y recuperó el poder. Pero por muy poco tiempo, pues Basarab regresó con tropas otomanas y Vlad murió en combate contra los turcos en diciembre de 1476. Fiel a sus grandes y gordos cojones, Vlad murió luchando con un ejército de tan solo 200 hombres contra un ejército de 120.000 turcos. Su cabeza fue enviada a Constantinopla para exhibirla y disipar así el terror que inspiraba su nombre. Terminaba la historia de Vlad III Tepes y comenzaba la leyenda de Drácula.

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| Durante mucho tiempo se ha afirmado que Drácula estaba enterrado bajo el Monasterio de Snagov, pero los análisis no han mostrado evidencias de ningún resto que coincida |
La leyenda
Las historias sobre los actos brutales de Vlad comenzaron a circular mientras éste aun vivía y casi siempre en países considerados sus rivales por lo que no cabe esperar mucha objetividad ni rigor histórico.
El maestro cantor Miguel Beheim escribió un extenso poema basado en una conversación con un monje católico que había logrado escapar de la prisión de Vlad. El poema, llamado "Historia de un loco sanguinario llamado Drácula de Valaquia", fue interpretado en la corte de Federico III de Habsburgo y narra como Vlad hizo empalar a dos monjes para ayudarlos a ir al cielo, y después mandó empalar a su burro porque había comenzado a rebuznar tras la muerte de sus amos. La historia vendría a decir:
"Este era Vlad que andaba de visita por un pueblo de Valaquia, cuando vio como dos monjes le pedían limosna. El príncipe les preguntó por qué pedían limosna si podían vivir sin penurias en cualquier iglesia y éstos le respondieron que mendigando podrían saber si entrarían o no en el reino de los cielos. Vlad decidió resolver sus dudas de inmediato y les mandó empalar para que subieran a su paraíso lo antes posible."
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| Grabado alemán de Vlad Tepes |
No sería el primer ni el último altercado de Vlad con la Iglesia Católica, lo cual le valdría aun más fama de demoniaco y maldito. Durante su reinado, Vlad impuso su autoridad sobre el clero católico y no le importó castigar a sus miembros, algo que no preocupó mucho a la mayoría de los rumanos, cuya fe ortodoxa era perseguida en Transilvania por húngaros y sajones católicos.
Esto llamó la atención del papa Pío IV, quien además recibió un informe en 1462 en el que se aseguraba que Drácula había asesinado a unas 40.000 personas en sus purgas. Otra relato de la época nos ejemplifica la tormentosa relación de Vlad con los monjes católicos que se atrevían a vivir en su Principado:
"Otro día, Vlad paseaba por un bosque de empalados junto a un monje, en un momento dado el monje le dijo en tono de broma que el hedor era insoportable, algo bastante creíble dado el avanzado estado de putrefacción de los cadáveres. Vlad le miró con ojos incendiarios y ordenó que empalaran al monje en el palo más alto que hubiera. Cuando el monje ya estaba empalado en lo más alto, el príncipe le preguntó si allí arriba olía mejor."
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| Grabado coloreado de Vlad Tepes comiendo en un bosque de empalados |
En 1475, Gabriele Rangoni, obispo de Eger entendió que Vlad había sido encarcelado debido a su desproporcionada crueldad (lo cual no era cierto, en realidad fue traicionado) y se hizo eco de un rumor según el cual, mientras estaba en prisión, "Vlad se entretenía atrapando ratas para cortarlas en pedazos y crucificarlas en pequeños pedazos de madera"... porque si, porque no podía dejar de ser malvado ni siquiera en prisión.
Las obras que contienen las historias sobre su crueldad fueron publicadas en bajo alemán en el Sacro Imperio Romano Germánico antes de 1480. Estas historias sobre sus incursiones en Transilvania se basaron claramente relatos de testigos directos y no parece escritas desde el cariño, ya que lo describen como un "psicópata demente, un sádico, un asesino horrible, un masoquista, peor que Calígula y Nerón".
A finales del siglo XV, la invención de la imprenta contribuyó en gran medida a la popularidad de las historias sobre Vlad, así los libros que relataban sus actos de crueldad adquirieron gran popularidad, convirtiéndose en algunos de los primeros superventas de Europa:
... [Vlad] construyó un gran caldero de cobre y colocó una tapa de madera con agujeros en la parte superior. Puso a la gente en el caldero y metió la cabeza en los agujeros y los ató allí; luego lo llenó con agua y prendió fuego debajo de él y dejó que la gente llorara hasta que se hirviera hasta morir. Y luego inventó las torturas espantosas, terribles e inauditas. Ordenó que las mujeres fueran empaladas junto con sus bebés lactantes en la misma estaca. Los bebés lucharon por sus vidas en los senos de su madre hasta que murieron. Luego les cortaron los senos a las mujeres y pusieron a los bebés dentro de cabeza; así los hizo empalar juntos.
About a mischievous tyrant called Dracula vodă (núm. 12-13)

También hay más de veinte manuscritos de origen eslavo escritos entre los siglos siglo XV y siglo XVIII conocidos como el Skazanie o Drakulea voievode (El cuento sobre el Vaivoda Drácula). Estos escritos mezclan realidad y ficción; y al igual que las historias alemanas, enfatizan la brutalidad de Vlad, pero también subrayan que su crueldad le permitió fortalecer el gobierno central de Valaquia. De hecho, algunas de las anécdotas de estos relatos se agregaron más tarde a las historias rusas sobre Iván el Terrible. Una de esas historias nos habla de la copa de oro:
"En una fuente de una plaza de Tirgoviste, la capital de Valaquia, Vlad colocó una copa de oro para que todo el mundo bebiera en ella. Sin embargo había una condición, aquel que la robara se sometería a la justicia del príncipe. Durante los años de su reinado nadie osó robar la copa de oro. Incluso tras su muerte la copa siguió durante un largo período en la fuente debido al temor que había infundado Vlad en los habitantes."
Aunque el empalamiento era, evidentemente, la diversión favorita de Vlad, también disfrutaba con otras actividades y torturas tales como: la amputación de miembros, narices y orejas; la extracción y el vaciado de ojos con ganchos; el estrangulamiento, la hoguera, la castración, el desollamiento, la exposición a los elementos o a las fieras salvajes, el asado a la parrilla o la lenta destrucción de pechos y genitales, principalmente de mujeres. Algunas de sus "anécdotas" más famosas serían:
Vlad y los comerciantes
Un buen día, un comerciante florentino se presentó en su castillo para denunciar que le habían robado una bolsa de monedas de oro. Vlad le pidió que volviera al día siguiente. Cuando el mercader regresó, varios ladrones y los miembros de sus familias estaban empalados en el patio de castillo. Sentado frente a ellos, Vlad le dio al comerciante la bolsa robada y le pidió que contase las monedas para comprobar que no faltase ninguna. El aterrorizado comerciante las contó cuidadosamente, y finalmente musitó: "Sobra una". A lo que Vlad le contestó: "Tu honradez te ha salvado. Si hubieses intentado quedártela, habrías acabado empalado en la estaca más alta..."
Así las cosas, otra caravana de comerciantes alemanes esquivó Valaquia en su ruta desde Serbia hacia Hungría. Vlad se enteró de que no habían querido disfrutar de su hospitalidad ni comercial con él y ante tamaña falta de respeto los mandó apresar. Los 600 comerciantes que componían la caravana fueron brutalmente asesinados, exceptuando a dos: a uno de ellos le sacó los ojos y al otro le cortó la lengua, y les hizo volver a Serbia con las cabezas de sus compañeros para que avisaran a futuras caravanas.
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| Grabado coloreado de Vlad merendando en otro bosque de empalados |
Vlad y las mujeres
Vlad tuvo muchas amantes a lo largo de su vida, probablemente debido al hecho de que le duraban muy poco. A pesar de sus efímeras amantes, Vlad castigó duramente el adulterio y no dudó en empalar a todas aquellas mujeres que fueran acusadas de ello.
Según una de tantas leyendas, un día que Vlad estaba de mal humor una de sus amantes le dijo para complacerle que estaba embarazada de él. Vlad le envió una matrona para que la examinase y cuando ésta le dijo que no existía tal embarazo le rajó literalmente el vientre a su amante gritando que quería ver el fruto de sus entrañas.
En otra ocasión, Vlad se encontró con un hombre trabajando en el campo que parecía "falto de esposa" por el aspecto descuidado de sus ropas. Al preguntarle si no estaba casado éste le dijo que sí. Vlad hizo traer a la mujer y le preguntó a qué dedicaba su tiempo, y ésta le dijo que a lavar, hacer el pan y coser. Señalando a las ropas de su marido, Vlad no le creyó y decidió empalarla a pesar de que el marido afirmaba quererla y estar satisfecho con ella. Luego obligó a otra mujer a casarse con este hombre no sin antes amenazarla con el mismo destino si no cuidaba bien del campesino.
¿Héroe o Villano?
A pesar de las crónicas alemanas, eslavas y otomanas sobre Vlad el empalador, las fuentes históricas rumanas anteriores al siglo XIX apenas lo mencionan. Este vacío fue compensado con una rica tradición folclórica que lo retrataba como un líder justo y fuerte que restableció el orden en su país y defendió su independencia del Imperio otomano. Muchos de los campesinos que transmitieron estas historias mencionaban que solamente esos actos "aparentemente crueles" podían garantizar el orden público en la Valaquia de esa época.
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| Busto de Vlad Tepes en la corte principesca de la vieja, Curtea Veche, en Bucarest, Rumania. |
Hoy en día los brutales asesinatos indiscriminados que Vlad llevó a cabo serían considerados genocidio y crímenes de guerra. Sin embargo, desde mediados del siglo XIX, los historiadores rumanos lo han visto como uno de los más grandes líderes y hacen hincapié en su lucha por la independencia de lo que hoy es Rumanía. Su figura se idealizó y romantizó en muchos casos, se alineó con los ideales de la URSS durante la ocupación soviética y en 1976, el gobierno comunista de Nicolae Ceauşescu lo declaró Héroe de la nación al cumplirse el V Centenario de su muerte.
Los historiadores que defienden a Vlad III el Empalador como un héroe romántico y nacionalista destacan que, en aquel contexto (los Balcanes del siglo XV), el uso de la violencia y el terror era la única manera de mantener a raya a las fuerzas abrumadoramente superiores que, desde un lado u otro, se disputaban Valaquia, una de las puertas de Europa y Asia. Desde esta perspectiva, Vlad Tepes habría sido simplemente un hombre de su tiempo, con la moral de su tiempo e incluso dotado de un sentido de la justicia y el patriotismo poco usual para una época tan convulsa y traicionera. Según esta relectura, Vlad hizo lo estrictamente necesario para acobardar a los masivos ejércitos exteriores y a los desestabilizadores del interior.
Vlad ¿el vampiro vegano?
Esta sádica personalidad inspiró al escritor irlandés Bram Stoker como personaje principal para su obra "Drácula", escrita en 1897. Desde entonces, el príncipe Draculea pasaría a ser un referente del vampirismo en la literatura y el cine.
Gran parte de esta fama se debe a leyendas según las cuales Vlad se bebía la sangre de sus víctimas en copas de oro mientras comía rodeado de personas empaladas. Aunque, una vez más, esta leyenda no parece corresponderse con la realidad:
Un estudio publicado en la revista Analytical Chemistry nos muestra datos bastante desconcertantes sobre Vlad. Los autores analizaron químicamente los restos de saliva, sudor y huellas dactilares presentes en tres cartas escritas por el príncipe, y no encontraron ningún resto de proteínas animales. La conclusión es que Vlad “el empalador” el gran referente de todos los vampiros literarios en realidad llevaba una dieta estrictamente vegetariana.
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| Una de las cartas de Vlad analizadas: en la imagen de la derecha (b) se ve la fluorescencia de fenilalanina, tirosina y triptófano bajo iluminación ultravioleta. |
Además de ser vegano, Vlad sufría una dolencia conocida como hemolacria, que provoca que las lágrimas broten mezcladas con sangre. Esto puede deberse a varias enfermedades, desde conjuntivitis o heridas en el lacrimal hasta tumores. En la Edad Media, sin embargo, esto solo podía deberse a una causa: una manifestación diabólica. Esto unido a su merecida fama seguramente hizo que muchos de los que le vieron llorar (tampoco parece algo habitual) lo considerasen un auténtico diablo.
Según este mismo estudio, el príncipe también padecía inflamaciones del aparato respiratorio y de la piel. Las muestras tomadas contienen bacterias y virus transmitidos a través de picaduras de insectos, lo cual revela que la Valaquia de Vlad Drácula era un sitio tétrico, peligroso y bastante insalubre para vivir.
Reino de Valaquia
Actualmente ya no existe el Principado de Valaquia, pero recientemente ha aparecido un indigno sucesor: El Reino de Valaquia (en checo: Valašské Kralovství), en la región de Valaquia morava, en la República Checa. Se trata de una "micronación irónica" fundada en 1997 por el fotógrafo Tomáš Harabiš como una "elaborada broma práctica". Está región está situada en la zona noreste de la República Checa, y desde su fundación, unos 80.000 ciudadanos checos han adquirido el "pasaporte de Valaquia".
Tras la proclamación oficial del Reino de Valaquia en 1997, el actor Bolek Polívka fue coronado como el rey Boleslav I "el Gracioso" en una fastuosa ceremonia en el año 2000. El gobierno, dirigido por Tomáš Harabiš, estableció instituciones estatales y emitió pasaportes para todos los ciudadanos checos que quisieran abrazar la nueva nacionalidad. También se lanzó una nueva moneda, el Jurovalsar, que estaba vinculada al euro con una tasa de cambio 1 a 1. Sin embargo, sus entusiastas intentos de forjar vínculos oficiales con otros países resultaron un fracaso y, actualmente, el Reino de Valaquia no cuenta con reconocimiento diplomático oficial por parte de ningún país.
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| Bandera del Reino de Valaquia |
Como si de una maldición se tratase, el nuevo reino de Valaquia ha heredado la inestabilidad de su predecesor. En 2001, el "gobierno" de Valaquia dio un golpe de Estado y depuso al rey Boleslav, acusando al monarca de comportarse inconstitucionalmente al exigir un millón de coronas checas por sus servicios. Imperturbable, el rey depuesto viajó por todo el reino reuniendo apoyos para su restauración. Bolek Polívka afirmaba que había ascendido al trono en 1993, unos cuatro años antes de la formación del Reino de Valaquia por Harabiš. El exrey también afirmaba que la idea del reino fue suya. Incapaces de resolver la disputa como antaño, en un duelo, el caso fue llevado ante los tribunales checos en 2007. Un tribunal de Ostrava falló a favor del "gobierno" de Tomáš Harabiš, quien buscó un nuevo candidato para el trono y finalmente coronó a Vladimír Zháněl como el rey Vladimir II. Desde entonces el rey caído ha recurrido su caso en los tribunales sin ningún éxito. Una disputa patética para una micronación irónica que sin duda haría llorar sangre en su tumba a Vlad Tepes.
+ info: AnalyticalChemistry - NatGeo