07 marzo 2021

Prueba Trinity - EEUU

El 2 de agosto de 1939, Albert Einstein firmaba una carta que cambiaría el mundo, una carta que le atormentaría hasta el fin de sus días... En aquella época, Einstein ya contaba con un premio Nóbel y un enorme prestigio. Ya en 1905 había formulado la ecuación que 40 años más tarde serviría de base teórica para fabricar la bomba, y esa hubiese sido toda su contribución de no ser por la visita de un viejo amigo en julio de 1939. Leó Szilárd era un físico húngaro judío que, al igual que Einstein, se había exiliado en EEUU huyendo de los nazis. Ambos se conocieron en los años 20 en Berlín, donde habían patentado un modelo de nevera que no lograron comercializar. Leo acudió a Long Island donde veraneaba Einstein con malas noticias: Los alemanes habían logrado la fisión del uranio y Szilárd, que investigaba la reacción nuclear en cadena, entendió que era el primer paso para fabricar armas atómicas. Leo quería alertar a las autoridades estadounidenses antes de que los nazis se hicieran con más minas de uranio, pero necesitaba el aval de alguien de reconocido prestigio para que le escuchasen.

Einstein, quien ya era el científico más famoso del mundo, entendió rápidamente lo que estaba en juego y aceptó redactar una carta para Franklin D. Roosevelt que pasaría a ser conocida como la "Carta Einstein-Szilárd". En la misiva, fechada el 2 de agosto de 1939, en Peconic, Long Island, Einstein expresaba su preocupación sobre las investigaciones realizadas por los científicos Enrico Fermi y por el propio Szilárd, según las cuales el uranio podría convertirse en una nueva e importante fuente de energía. También alertaba al presidente de EE.UU. sobre la posibilidad de que “en el futuro inmediato” se use el uranio para hacer “bombas extremadamente poderosas”. “Una sola de estas bombas, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría destruir el puerto por completo, así como el territorio circundante”. EE.UU. debía asegurarse el suministro de uranio y “acelerar” su investigación nuclear.


"The Gadget" el dispositivo detonado en la prueba Trinity con el que EEUU comenzaba su carrera nuclear.

La carta no fue anecdótica, al contrario, convenció a Roosvelt de actuar. Diez días después de recibir la carta, nacía el llamado Comité Briggs, considerado el germen del proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica. Sin embargo es injusto responsabilizar a Einstein, su participación fue testimonial, tan solo respondió a una consulta puntual en 1941 (un problema que resolvió en dos días) y nunca quiso participar en el proyecto Manhattan. Tampoco hubiese podido, el FBI lo tenía vetado y Hoover le consideraba un “riesgo para la seguridad” por su pacifismo y su supuesto filocomunismo.

El científico nunca quiso que la bomba se lanzara, de hecho volvió a escribir a Roosevelt, pero esta carta fue mucho menos conocida. En ella le pedía que hablase con Szilárd, quien si estaba involucrado en el programa Manhattan, y que al igual que Einstein, estaba preocupado por la posibilidad de que Estados Unidos acabase utilizando la bomba atómica. Un mes después de escribir esta carta, Roosvelt murió, y la carta nunca fue leída se quedó cerrada en el escritorio de Roosvelt.

Finalmente Truman arrojó las bombas y la prensa no dudó en resaltar el papel de la carta Einstein-Szilárd. Así es como uno de los pocos académicos alemanes que ya en 1914 condenó el militarismo de su país, acabaría apareciendo en la portada de la revista "Times" como “el padre de la bomba nuclear”.  Esta portada y sucesivas publicaciones atormentaron a un Einstein que recibía llamadas llamándole asesino. En 1954, cinco meses antes de morir, le confesó a un amigo: “He cometido un gran error en mi vida: firmar esa carta”.


Secuencia de los primeros 10 segundos tras la detonación

Los Estados Unidos, con la ayuda del Reino Unido y Canadá diseñaron y fabricaron las primeras bombas atómicas bajo lo que fue llamado «Proyecto Manhattan». El lugar elegido para la prueba fue una zona remota de Alamogordo, después conocida como White Sands. El lugar se encontraba en la zona norte, entre los pueblos de Carrizozo y San Antonio, Nuevo México, en el desierto Jornada del Muerto. La investigación científica fue dirigida por el físico estadounidense Robert Oppenheimer. 

Oppenheimer fue el primer y brillante hijo de una acaudalada familia judía de Nueva York, graduado en Harvard, su paso por Europa, Caltech y la Universidad de California en Berkeley dejó una importante huella en muy distintos campos de la física teórica; también coqueteo con organizaciones izquierdistas que le pusieron en el punto de mira del FBI. Cuando fue reclutado en 1942 como director del Laboratorio de Los Álamos, dentro del Proyecto Manhattan, el FBI ya llevaba un año investigando sus actividades políticas.

El trabajo colectivo de los científicos en Los Álamos tuvo su primer éxito en la primera explosión nuclear cerca del pueblo de Alamogordo, Nuevo México el día 16 de julio de 1945. A la prueba, Oppenheimer la denominó Trinity (Trinidad); testigos presenciales del ensayo Trinity, contaron que la reacción de Oppenheimer durante la prueba fue simplemente de alivio y satisfacción, y que exclamó un discreto “it worked!” (¡ha funcionado!)

Posteriormente, Robert explicaría que mientras presenciaba la explosión, le vino a la mente un verso de un texto hindú, el Bhagavad-Guitá: 

"Si el esplendor de un millar de soles brillasen al unísono en el cielo, sería como el esplendor de la creación..." 

Pero fue otro verso que recordó, el que pasaría a la historia como su cita más célebre: 

"Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos."

En el texto completo, Vishnu quiere convencer al príncipe Arjuna de que debe ir a la guerra, algo a lo que él se niega porque supondría matar a sus propios parientes y amigos. Pero Vishnu le convence de que no puede rehuir un deber que es más grande que él: es su obligación, y no está en su mano elegir. “Vishnu trata de persuadir al Príncipe Arjuna de que debe cumplir su obligación e ir a la guerra, para impresionarlo, Vishnu toma su forma de muchos brazos y le dice: Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos..." Finalmente, Arjuna va a la guerra.

Esto nos permite entender un poco mejor la compleja personalidad de Oppenheimer, el otro padre de la bomba. Tan sólo 11 días después del bombardeo de Hiroshima, el 17 de agosto de 1945, Oppenheimer expresó por escrito al gobierno de EEUU su deseo de que las armas nucleares fueran prohibidas. Dos meses después le diría en persona al presidente Harry S. Truman que tenía sus manos manchadas de sangre. 

Así comenzó una nueva etapa en la que Oppenheimer luchó por el desarme nuclear desde su nuevo puesto como presidente del Comité Asesor General de la Comisión de Energía Atómica de EEUU. Este empeño pacifista, unido a sus convicciones políticas, le llevaron a testificar en 1954 ante el Comité de Actividades Antiamericanas, dentro de la llamada caza de brujas promovida por el senador Joseph McCarthy. Oppenheimer no reconoció filiación alguna con organizaciones comunistas, pero sí simpatía. Como resultado, sus privilegios de seguridad fueron revocados y Robert acabó condenado al ostracismo político. Sin embargo, jamás se arrepintió de lo que había hecho, es más, afirmó en alguna entrevista que volvería a actuar exactamente igual, para él era su destino ineludible, al igual que el príncipe Arjuna, solo era un hombre acatando un deber superior.

En contadas ocasiones, la humanidad tiene un punto de inflexión en el que cuenta con opciones reales de extinguirse, esta es una de ellas... Antes de la primera prueba de armas atómicas en 1945, los científicos del Proyecto Manhattan realizaron cálculos que apuntaban a una posibilidad escalofriante. En uno de los escenarios posibles, el calor de la explosión de fisión sería tan grande que hubiera podido desencadenar una fusión descontrolada. En otras palabras, la prueba podría haber incendiado accidentalmente la atmósfera y quemar los océanos, destruyendo la mayor parte de la vida en la Tierra. Estudios posteriores sugirieron que esa opción era casi imposible, sin embargo, el día de la prueba los científicos no lo veían nada claro por lo que verificaron una y otra vez su análisis.

Los observadores y científicos habían hecho apuestas sobre los resultados de la prueba. Las predicciones fueron desde cero (un fallo completo) hasta la destrucción total del estado de Nuevo México, la ignición de la atmósfera o la incineración de todo el planeta. Esta última posibilidad causó cierta ansiedad en algunos de los científicos presentes. 

Finalmente llegó el día de la prueba Trinity y los funcionarios decidieron seguir adelante. El destello de la explosión fue más largo y brillante de lo esperado, por lo que algunos miembros del equipo pensaron que había sucedido lo peor: "No sólo no tenía confianza en que la bomba funcionara, sino que cuando funcionó, pensó que se habían equivocado con consecuencias desastrosas y que estaban presenciando el fin del mundo"

La bomba, denominada "Gadget", causó una explosión mucho mayor de lo esperado, cercana a la que ocasionarían 20.000 toneladas de TNT. El físico Isidor Isaac Rabi, que había predicho 18 kilotones de TNT, fue quien ganó finalmente la apuesta.

Esta prueba marcó el comienzo de una nueva era para la humanidad, caracterizada por un cambio radical en nuestras habilidades para destruirnos a nosotros mismos. En palabras de Toby Ord, filósofo de la Universidad de Oxford: "De repente, estábamos liberando tanta energía que estábamos creando temperaturas sin precedentes en toda la historia de la Tierra" . Pruebas posteriores fundaron este miedo al obtener errores de cálculo superiores al 200%, como reconocieron posteriormente algunos de los participantes "ciertamente no era un nivel de confiabilidad en el que arriesgar nuestro futuro"

A pesar del rigor de los científicos de Manhattan, los cálculos nunca fueron sometidos a la revisión de pares. Tampoco hubo evidencia de que se informara a ningún representante electo sobre el riesgo y mucho menos a otros gobiernos. Los científicos y los líderes militares involucrados en el proyecto decidieron seguir adelante por su cuenta y riesgo.

Esto se llama la "hipótesis del mundo vulnerable" y destaca el problema de prepararse para eventos muy raros y muy peligrosos en nuestro futuro. Desde nuestra posición informada en el siglo XXI, resulta sencillo juzgar estas decisiones adoptadas en su época, sin embargo evaluar los riesgos de una situación nunca antes vista puede resultar mucho más complicado (solo hay que ver el destino de los pueblos indígenas que se encontraron con los colonos europeos).

Una forma en que los investigadores del riesgo existencial ejemplifican este peligro creciente es imaginando una gran bombo gigante del que te piden que vayas sacando bolas. Cada bola representa una nueva tecnología, descubrimiento o invención. La gran mayoría de ellas son blancas o grises: Una bola blanca representa un buen avance para la humanidad, como el descubrimiento del jabón. Una bola gris representa un logro mixto, como las redes sociales. Sin embargo, dentro de la urna también hay un puñado de bolas negras, son extremadamente raras, pero si sacas una, habrás destruido a toda la humanidad. Hasta ahora, no hemos elegido una bola negra, pero es muy probable que sea porque son muy poco comunes y nuestra mano ya haya rozado una o dos mientras rebusca en la urna.


Edwin Mattison McMillan (premio Nóbel de Química) comenta con su mujer los escenarios posibles tras la prueba Trinity

¿Y qué pasó con las víctimas? Si algo hemos aprendido del armamento nuclear es que su capacidad para generar muerte y destrucción está fuera de toda duda, si detonas bombas nucleares en tu territorio, las víctimas son tus propios ciudadanos. Como veremos en más detalle en próximos capítulos, la radioactividad producida por las pruebas nucleares de Nevada entre 1951 y 1962, fue diez veces superior a la ocasionada por el accidente de la central nuclear de Chernóbil, las emisiones pudieron provocar entre 25.000 y 50.000 casos de cáncer de tiroides, los ciudadanos de los Estados del oeste habrían padecido entre 5 y 16 rad (el nivel al que se empiezan a tomar medidas en un accidente en una planta nuclear), con niveles 10 veces superiores en el caso de los niños hasta cinco años de edad (entre 150 y 160 rad.)

Además los vientos hacia el este repartieron las nubes radioactivas provocando una lluvia radioactiva por todo EEUU. Hoy en día la mayor parte de los estadounidenses tienen un isótopo radioactivo (Yodo-131) que provoca hasta 11.000 muertes al año. En algunos casos es posible datar la fecha de una muerte calculando su periodo de descomposición y el tiempo transcurrido desde que se ha dejado de integrar al organismo.


Hoy en día, un monumento marca la ubicación donde estaba situada la torre de la prueba Trinity. Dos veces al año White Sands Missile Range en Nuevo México abre sus puertas a curiosos y visitantes.

Algunos de los afectados por estas pruebas no tuvieron que esperar tanto para descubrir sus efectos: Darryl Gilmore, era un estudiante de la Universidad de Nuevo México, a mediados de julio de 1945 su hermano acababa de regresar de la guerra y necesitaba llevarlo hasta Fort Bliss en El Paso. Gilmore pidió prestado el coche familiar para el viaje y lo trajo de regreso desde Albuquerque hasta la casa de sus padres en Tularosa por la carretera 380. En un momento dado, se detuvo a revisar sus neumáticos y se encontró con un convoy de seis camiones del ejército:

"El conductor principal, un sargento, me dijo 'suba las ventanillas de su automóvil y salga de aquí lo más rápido que pueda, hay gas venenoso en la zona'", recorda Gilmore. "Descubrí mucho más tarde que se estaban preparando para evacuar a un grupo de familias que vivían en los ranchos de varios kilómetros a la redonda, pero finalmente no evacuaron a nadie".

“Mis padres se habían levantado temprano esa mañana, antes de las 5, y vieron el destello y la explosión de Tularosa”, dijo Gilmore, “por supuesto yo desde Albuquerque no noté nada en absoluto. Lo único que salió en el periódico esa tarde fue una noticia de que había explotado un depósito de municiones en un rincón remoto del campo, y esa es toda la información que se dio a conocer en el momento ".

Aparte del convoy y la noticia sobre el depósito de municiones, Gilmore no escuchó ninguna palabra oficial sobre lo que había sucedido en el desierto de Nuevo México ese día, hasta poco después de que la bomba atómica fuese lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki.

Los efectos y las consecuencias sin embargo, no tardaron en hacerse evidentes. Cuando Gilmore y su familia llegaron a El Paso, tenía los brazos, el cuello y la cara enrojecidos, como si se hubiera quemado por el sol. "No sabía en ese momento lo que me había sucedido", dijo Gilmore. "Mi piel exterior se fue cayendo gradualmente durante los siguientes días, usé lociones y otras cosas, pero no servían de nada. Unos años más tarde, comencé a tener problemas en la piel, y he seguido con tratamientos desde entonces".

Gilmore ha sobrevivido múltiples cánceres: su cáncer de próstata respondió al tratamiento y no ha reaparecido, pero sus cánceres de piel siguen siendo un problema persistente hasta el día de hoy. Su familia inmediata sin embargo no tuvo tanta suerte, su padre, su madre y su hermana, que vivían en Tularosa en el momento de la prueba Trinity, todos murieron de cáncer.

+ info: Rare Historical Photos - BBVA Open Mind - Popular Science - BBC