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Landsat Image Gallery, NASA (May 26, 2013) |
La Isla Bouvet tiene el dudoso honor de ser el lugar más aislado del planeta, no tiene tierra firme ni islas en 1600 kilómetros a la redonda. Dependiente de Noruega, la isla está situada en el océano Atlántico Sur: 1750 km al norte de la Tierra de la Reina Maud (en la Antártida Oriental), 1850 km al este de las Islas Sandwich del Sur y 2520 km al oeste de las Islas del Príncipe Eduardo, todas ellas sin población.
En este lugar la soledad está garantizada, el vecino más cercano es la isla Gough a 1600 Km de distancia (otra isla igualmente inhóspita y deshabitada), un poco más lejos encontramos la Antártida (que tampoco nos saca de ningún apuro). Para poder ver alguna persona deberíamos viajar 2270 km hasta Tristán de Acuña (el lugar habitado más aislado del mundo) o 2525 km hasta Ciudad del Cabo.
Desde su descubrimiento en 1739, muy poca gente ha visitado este remoto y frío lugar en el océano Antártico. La isla tampoco es especialmente hospitalaria, ni por relieve, ni por clima, ni por ubicación... casi nadie ha logrado desembarcar en ella, lo cual la convierte en uno de los pocos rincones del mundo sin especies invasoras.
Geografía:
Bouvet se podría describir como un gran cráter volcánico, cubierto de nieve y sometido a los elementos. La isla tiene forma ovalada y tiene un perímetro de unos 30 km de costa, de los cuales la mayoría son escarpados acantilados intercalados con pequeñas playas de arena negra volcánica. La superficie de la isla no llega a los 50 km² de extensión, de los cuales más del 90% están cubiertos por glaciares. Estos glaciares bloquean por completo la costa sur y este de la isla y forman gruesas capas de hielo que caen al mar desde los acantilados.
No existe ningún puerto ni nada que se le parezca, la costa es demasiado abrupta para plantearse un desembarco seguro y debido al clima de la zona, las condiciones meteorológicas pueden cambiar radicalmente en unos pocos minutos. Todo esto hace que la forma más fácil de acceder a la isla sea empleando un helicóptero y aterrizando en el único lugar posible: Nyrøysa ("Nuevo terraplén" en noruego), una explanada originada por un movimiento de tierra a mediados de los 50.
Una pequeña cordillera recorre la isla diagonalmente de noreste a suroeste. La cumbre sería el pico Olav (también conocido como Olavtoppen), que alcanza los 780 metros de altitud sobre el nivel del mar. A modo de curiosidad, el 20 de febrero de 2012, Jason Rodi y su equipo escalaron este pico convirtiéndose en los primeros seres humanos en lograrlo, en la cima enterraron una cápsula del tiempo con sus predicciones para el año 2062.
En busca de Terra Australis Incognita:
La primera vez que se reporta la existencia de esta isla fue en año nuevo de 1739, cuando Aigle, un barco francés capitaneado por Jean Baptiste Charles Bouvet de Lozie, se la encuentra por casualidad. Este barco en realidad formaba parte de una expedición científica que buscaba Terra Australis Incognita, un continente imaginario cuyos orígenes se remontan a la Grecia clásica.
La idea de un continente desconocido en el sur del planeta fue introducida por Aristóteles y Eratóstenes, quienes argumentaron que debía existir una gran masa de tierra en el hemisferio sur que hiciera de contrapeso a todo el mundo conocido en el hemisferio norte. Estas ideas tuvieron continuidad con Ptolomeo, un cartógrafo griego del siglo I que sirvió de referencia a todos los cartógrafos europeos posteriores. Como resultado, Terra Australis Incognita (La Tierra Desconocida del Sur) comenzó a aparecer representada en los mapas europeos desde el siglos xv hasta bien entrado el siglo xviii.
Lo que empezó siendo una nuevo continente de proporciones gigantescas, fue menguando con el paso de las expediciones y a medida que se cartografiaban nuevas latitudes. James Cook acabaría destruyendo este mito al circunnavegar Nueva Zelanda durante su primer viaje. Muchos confiaban en que las tierras descubiertas años antes por Abel Tasman estarían unidas al prometido continente, sin embargo Nueva Zelanda estaba rodeada de agua, y al sur no había ni rastro del continente prometido... se esfumaban las últimas esperanza de encontrar Terra Australis en regiones templadas.
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TERRA AUSTRALIS INCOGNITA, Jodoco Hondio, 1618 [Wikipedia] |
Pero volvamos a nuestra isla... cuando el Aigle descubrió esta masa de hielo y roca volcánica en 1739, aun existía cierta esperanza de que todo fuese Terra Australis; además, el barco tampoco llegó a rodear la isla por lo que no sabían si estaba unida a un continente imaginario. Ante la duda, la intrépida expedición científica decidió usar un nombre de cabo, y no un nombre cualquiera, se llamaría Cap de la Circoncision. No contentos con eso, parece ser que tampoco calcularon bien su localización exacta; la isla quedaría registrada 8 grados al este de su posición real.
Durante 30 años, el Cabo de la Circuncisión pasó a formar parte del imaginario y de los muchos aspirantes a Terra Australis que iban apareciendo cada vez más al sur. Hasta que en 1772, el capitán James Cook parte de Sudáfrica con la misión de encontrar este cabo (sospecho que para circunnavegarlo y destruir de nuevo las esperanzas de quienes aun creían en Terra Australis). Como es lógico, el capitán James Cook visitó las coordenadas que Bouvet había descrito (54ºS 11ºE) y como es lógico también, no encontró nada. Tras los juramentos y maldiciones de rigor, el capitán Cook llegó a la conclusión de que Bouvet habría confundido un iceberg con una isla, por lo que decidió abandonar la búsqueda.
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Bouvet existe!! |
Disputas políticas:
De todos modos, esta zona era muy frecuentada por grandes barcos balleneros y naves militares por lo que era cuestión de tiempo que alguien acabase redescubriendo este pequeño y remoto trozo de tierra perdido en la inmensidad del océano. En 1808, James Lindsay, el capitán de la compañía ballenera Enderby, vuelve a avistar la isla y por primera vez, describe correctamente su posición. Ante la duda de si se trata de la misma isla que describe Bouvet, decide llamarla Isla Lindsay.
La cartografía de la región había mejorado notablemente y la esquiva isla ya nunca más se volvería a perder. El primer desembarco en la isla es en diciembre de 1822. Benjamin Morrell, el capitán del barco Wasp, descendió en la isla, cazó un par de focas para coger sus pieles y se volvió a su barco.
El 10 de diciembre de 1825 el capitán Norris, un directivo de la compañía ballenera Enderby, llega a la isla y la renombra como Liverpool; además reclama su soberanía como parte del Reino Unido. También cita una segunda isla cercana (Isla Thompson) de la que no queda ni rastro.
En 1927 Noruega reclamó la pequeña isla, no sin antes enzarzarse en alguna disputa con Reino Unido que había reclamado la isla dos años antes. Los noruegos aplican el principio según el cual los territorios pertenecen a quienes los habitan, y acostumbrados como estaban a climas hostiles, realizan la primera estancia larga en el terreno. La tripulación del Norvegia, permaneció cerca de un mes en la isla. Durante esta estancia, el capitán de la nave, Lars Christiansen, reclamó la isla como territorio noruego y volvió a renombrarla como Bouvetoya, en honor a su primer descubridor, Bouvet. Poco después, la isla sería oficialmente anexionada mediante un decreto real noruego del 23 de enero de 1928. Reino Unido tampoco opuso mucha resistencia, probablemente no se les había perdido nada allí, y al año siguiente reconoció la soberanía noruega.
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La aguerrida tripulación del Norvegia toma posesión de la isla |
Un poco de ciencia:
Desde entonces Isla Bouvet ya no volvió a cambiar de nombre ni de manos. En 1971 toda la isla, junto con su territorio marítimo, fueron declarados reserva natural. No se trata de un territorio con especial diversidad, pero si que es uno de los pocos sitios del planeta inalterados por el hombre.
Debido al clima extremo y su terreno congelado, la vegetación se limita a musgos y líquenes (uno de ellos, endémico de Bouvet). La fauna en cambio es más diversa: se han identificado 12 especies distintas de aves, focas, elefantes marinos, ballenas yubarta y orcas. Durante su expedición por estas aguas, Bouvet quedó especialmente fascinado por una especie nunca antes vista en Europa: los pingüinos!!.
En 1977 Noruega implantó la primera estación meteorológica, una antigua aspiración de Sudáfrica que sin embargo había desistido debido a las hostiles condiciones del lugar. Esta estación está deshabitada como es lógico y fue renovada en 1994, sin embargo 12 años más tarde un terremoto debilitó las bases de la estación, poco después las poderosas tormentas de la zona terminaron de borrarla del mapa.
El 19 de octubre de 2007, el Instituto Noruego de Investigación Polar anunció que las instalaciones ya no aparecían en las imágenes satélite de la zona. Una nueva estación científica y meteorológica, fue construida en enero de 2014 y ha seguido operando desde entonces hasta la actualidad. Pero... ¿por qué este empeño en estudiar el clima de un lugar deshabitado?
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Un mar de hielo rodea la isla de Bouvet |
Pues lo cierto es que el clima de esta isla es bastante singular y extremo. A pesar de estar en una latitud similar a la de Dinamarca, su ubicación al sur de la Convergencia Antártica, le confiere un clima marino antártico dominado por densas nubes y nieblas. La temperatura media suele estar entre -1 y -3 °C con máximas puntuales que pueden llegar hasta los 20 °C en días muy soleados; no obstante, si algo caracteriza al tiempo en Bouvet es su gran inestabilidad, las condiciones meteorológicas suelen cambiar de forma brusca y repentina.
Bouvet se encuentra en una localización única, expuesta a los vientos del oeste, que resultan cruciales para comprender los cambios recientes en la Antártica. Estos vientos propician el ascenso de masas de agua caliente desde el fondo de los océanos (surgencias), acelerando el deshielo en la base de los glaciares a la vez que incrementan el nivel del mar. En los últimos 30-40 años estos vientos se han fortalecido, pero no tenemos suficientes datos como para valorar si es nuestra responsabilidad o si se trata de un ciclo natural. Por eso los científicos cada vez muestran más interés en el registro histórico que supone el hielo de la isla. La idea es extraer muestras en forma de grandes cilindros de hielo con las que poder analizar los cambios en los vientos durante los últimos años.
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Bandera oficial de Isla Bouvet |
Misterios misteriosos:
En 1964 una expedición comandada por el británico Allan Crawford sobrevoló la isla en helicóptero proporcionando una descripción bastante detallada: El pequeño islote estaba completamente cubierto de hielo (se trata de la zona más fría del Atlántico Sur) a excepción de la zona central, donde se alza el cráter de un volcán inactivo. La costa es bastante abrupta con acantilados escarpados jalonados de playas de arena negra. Sin embargo, lo que más llamó la atención del comandante Crawford fue un bote... en el interior de la isla había un bote salvavidas abandonado.
El helicóptero aterrizó durante unos minutos y sus pasajeros se acercaron hasta el bote para comprobar que también había restos de provisiones tales como remos, madera, un tambor o un depósito de cobre. La balsa salvavidas estaba en buenas condiciones, pero no tenía ninguna marca identificable, por lo que no se pudo saber a qué compañía pertenecía. Por lo demás, en la isla no había rastro de presencia humana, ni supervivientes, ni cadáveres, ni restos de hogueras o acampadas... Por la ubicación en que se encontró la barca no parecía probable que hubiese llegado arrastrada por el mar, sin embargo nadie era capaz de imaginar quien había empleado ese bote ni qué habría sido de él. Como es lógico, este descubrimiento estimuló la curiosidad del gobierno noruego y pocos días más tarde otro helicóptero volvió a sobrevolar la zona para comprobar con sorpresa que el bote ya no estaba. A día de hoy aun no existe consenso sobre este suceso aunque algunas teorías afirman que pudieron ser balleneros soviéticos que fueron evacuados en helicóptero o radioaficionados que usaron el depósito de cobre como conexión a tierra del equipo de radio.
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Cuatro focas disfrutan del bote sin dueño (fotografía tomada por la expedición de Allan Crawford en 1964) |
Sorprendentemente para un sitio tan apartado, y a priori tan aburrido, éste no es el único misterio inexplicable de la isla Bouvet. El 22 de septiembre de 1979, unas imágenes del satélite estadounidense OPS 6911 (más conocido como Vela 10), registraba un doble destello de luz en la zona sur del Océano Índico, entre la Isla Bouvet y las Islas del Príncipe Eduardo. El proyecto Vela se dedicaba a monitorizar detonaciones nucleares, por lo que este extraño flash fue interpretado como una pequeña detonación nuclear en un primer momento, sin embargo hasta la fecha no tenemos una explicación convincente y parte de la información sigue clasificada. Quizás lo más preocupante sea que este programa detectó otros 41 destellos durante su historia, todos se confirmaron como pruebas atómicas, jamás se equivocó.
Otra peculiaridad de esta misteriosa isla es que cuenta con un dominio de nivel superior en internet, dicho de otro modo, si existiese alguien o algo en la isla, y este alguien quisiese abrir una página web, la isla tiene un dominio propio (.bv) que jamás ha sido estrenado.
+ info: BrújulaVerde - BBC - Col2