En la Patagonia argentina existe un lugar de fantasía en el que árboles gigantescos crecen bajo el agua formando un bosque anfibio, un paisaje onírico que atrae a buceadores llegados de todo el mundo. A medio camino entre Bariloche y San Martín de los Andes, se encuentra Villa Traful, un pequeño pueblo de unos 600 habitantes ubicado dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Esta pequeña aldea está ubicada a orillas del Lago Traful, en cuyas cristalinas aguas podemos encontrar los restos de este famoso bosque.
Lo que comenzó siendo un accidente fortuito (un movimiento de ladera), con el tiempo se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la región. Todos los años miles de personas se acercan hasta este remoto paraje para realizar un tour en lancha por el Lago Traful, visitar el misterioso bosque y en el caso de los más atrevidos, bucear entre sus recovecos..
El bosque se compone de unos 70 árboles que hunden sus raíces a 30 metros de profundidad en el lago Traful. En la parte más profunda del lago se encuentran las raíces y la parte baja de los troncos que se han oscurecido tras más de 60 años sumergidos bajo el agua. Sin embargo, muchos de los árboles que aun resisten en pie superan los 20 metros de altura, debido a su gran tamaño algunos ejemplares alcanzan la superficie e incluso pueden llegar a emerger del agua. A medida que ascendemos hacia la superficie, los troncos y las ramas de los árboles se van aclarando debido a la acción del sol hasta volverse casi blancos en el exterior. La mayoría de los ejemplares son cipreses, pero también podemos encontrar robles blancos, ñires, lengas y coihues.Pero... ¿Cómo llegaron hasta aquí todos estos árboles? El primer impulso es pensar que se inundaron, voluntaria o involuntariamente, al igual que muchos otros pueblos, bosques o cultivos. Sin embargo la realidad es un poco más enrevesada, en 1960 un terremoto asoló esta región, una de las consecuencias inmediatas del sismo fue un gran movimiento de tierras que causó el desprendimiento de toda la ladera en la que originalmente se asentaban los cipreses. El bosque, junto con todo el sustrato en el que estaban sus raíces, se deslizó como un bloque solidario hasta el fondo del Lago Traful. Las raíces y los troncos quedaron sumergidos a 30 metros de profundidad bajo el agua, pero en muchos casos, aun aferrados al bloque de piedra y tierra en el que crecieron.
Aunque resulte extraño, estos árboles echaron raíces y terminaron por adaptarse a su nuevo entorno; hoy en día todavía sobreviven unos 70 ejemplares que ya han logrado acostumbrarse a su nueva vida submarina. El buen estado de conservación en que se encuentra la mayor parte del bosque podría deberse a las bajas temperaturas del agua en los lagos de la Patagonia argentina. Además, teniendo en cuenta que el ciprés es una de las especies más longevas que se conocen, y que su madera es extremadamente resistente, cabe pensar que a este bosque aun le quedan años para seguir fascinando a sus visitantes.+info: 7Lagos