La Isla Sentinel del Norte, está situada en el Golfo de Bengala, a unos 1.300 kilómetros de la costa india, dentro del archipiélago de las Islas Andamán y Nicobar, un destino turístico cada vez más en boga. Visto desde la lejanía puede parecer un destino idílico, sin embargo los habitantes de la isla pueden matarte legalmente si te acercas y no seríamos los primeros en perder la vida en estas, aparentemente, paradisíacas playas.
En esta extensión de 72 kilómetros cuadrados (similar a Formentera) vive la tribu más aislada del mundo, los sentineleses. Son conocidos por ser muy violentos y rechazar cualquier tipo de contacto. Su ferocidad ya era conocida en el siglo XIII, cuando Marco Polo los describió como “una gente cruel y violenta que se come al extranjero que llega a sus tierras”.
Esta porción de tierra pertenece a India, pero la gestión de todos sus recursos se ha dejado desde hace siglos bajo la responsabilidad de sus habitantes. El gobierno indio ha intentado en varias ocasiones establecer contacto con los sentineleses, pero la violencia con la que actúan los indígenas y las denuncias por parte de las organizaciones en defensa de los pueblos tribales han terminado con las conexiones entre ambos.
Los sentileses son un "pueblo puro", jamás se ha mezclado. Una de las últimas tribus que sobreviven sin prácticamente ninguna influencia de la civilización. Hay varios motivos para ello: la isla está completamente cubierta por una densa jungla y sin ningún puerto natural, no tiene interés estratégico, no tiene ningún recurso interesante, está en medio de la nada y la barrera natural de arrecifes de coral que la rodea hace muy difícil la navegación. Pero sobre todo se mantienen aislado porque sus habitantes han rechazado sistemáticamente cualquier contacto con flechazos, pedradas e insultos en el mejor de los casos. Se desconoce su número, pero se estima que son entre 50 y 150.
Según estudios realizados por la universidad de Oslo a principios del siglo XXI, se cataloga a los sentineleses como un pueblo asiático pese a que sus características físicas y genéticas son casi idénticas a las de los pueblos africanos. La tribu no se ha mezclado jamás con otros grupos y desciende directamente del primer gran éxodo africano, hace 60.000 años, uno de los primeros éxodos masivos que recorrieron las costas persas e indias. Parte de esa migración continuó por el continente hacia Japón y otra se adentró en el océano hacia Australia. Un centenar de expedicionarios dio por finalizada su travesía en este pequeño islote de poco más de 40 kilómetros cuadrados, del que nunca han vuelto a salir.
Se cree que podrían llevar allí más de 55.000 años. La agricultura apareció hace 7000 años, la escritura hace unos 5000, la pirámide de Keops tiene 4500 y los mamuts se extinguieron hace 3700. No conocen la agricultura, ya que se aislaron antes de su descubrimiento. Son capaces de utilizar el fuego pero no de crearlo y no muestran una jerarquía social definida.
Son una de las muy pocas tribus cazadoras-recolectoras del mundo, viven de la caza y de la pesca y se distinguen por el uso de arcos y flechas con los que cazan y se defienden. Son extremadamente agresivos con los visitantes: atacan con flechas y hachas a cualquier extraño. No sólo occidentales, puesto que tampoco se relacionan de ninguna forma con tribus de islas cercanas ni tienen un idioma común. Rechazan todo tipo de contacto externo, jamás han sido colonizados ni han tenido contacto prolongado con la civilización... y así desean permanecer.
También son uno de los pueblos más primitivos y en mayor peligro de extinción en la Tierra. Su aislamiento extremo los convierte en seres muy vulnerables a enfermedades externas. Sin inmunidad, un virus o una bacteria común podría acabar con toda la tribu
Desde 1771, varios han sido los intentos de establecer contacto con los habitantes de esta isla del océano Índico, casi todos rechazados con flechas y lanzas por sus habitantes. Oficialmente, es territorio indio, pero el Estado no la controla. De hecho, ha creado una zona de exclusión (está terminantemente prohibido acercarse a sus costas) y no tomará medidas si los habitantes de Sentinel del norte matan a cualquiera que se acerque.
En 1867 un barco mercante indio, el Nineveh, naufragó en un arrecife de coral frente a la costa noroeste de la isla. Ochenta y seis pasajeros y veinte tripulantes llegaron seguros a la playa en el bote del barco, pero sus problemas acababan de empezar. Al tercer día, mientras los náufragos se tomaban un desayuno improvisado, fueron atacados por una lluvia de flechas. El capitán huyó en el bote del barco, dejando a todos los demás en la playa defendiéndose con palos y piedras. La mayor parte de la tripulación logró sobrevivir repeliendo los ataques hasta que fueron rescatados por un barco enviado por la Marina Real Británica.
Unos años más tarde, en 1880 , el oficial de la marina británica Maurice Vidal Portman desembarcó en la isla al frente de una expedición británica. Al explorar la zona, solo encontró pequeños asentamientos abandonados, la mayoría de los nativos se habían escondido en la selva, pero un grupo de exploración acabó capturando a una pareja de ancianos y a cuatro niños que trasladaron a Port Blair -capital de las islas Andamán y Nicobar- para su estudio. Todos enfermaron a los pocos días, su sistema inmunitario no estaba preparado para el mundo moderno, los adultos murieron y los menores fueron devueltos a la isla cargados de regalos. Los antropólogos de la región han mencionado habitualmente este capítulo como posible explicación a su actitud hostil hacia los extraños.
La isla permaneció básicamente olvidada durante buena parte del siglo XX. Hasta que en 1964 el gobierno indio trató de establecer contacto con los isleños cada cierto tiempo, aunque todos fueron respondidos con flechas, piedras y gestos de los lugareños llevándose las manos a los genitales.
Durante unos 30 años el Gobierno condujo expediciones de contacto limitado que acabaron cosechando cierto éxito. Al frente de ellas estaba el único hombre que, en toda la Historia, ha mantenido un contacto más o menos habitual con los sentineleses y ha logrado sobrevivir para contarlo. Se trata de Trilokinath Pandit, el antropólogo al que el Ejecutivo encargó esta tarea en los años 60. Pandit dedicó 24 años de trabajo para un solo día de éxito. Hoy, con 83 años, no está seguro de que fuera buena idea:
Los sentineleses no son la única tribu no contactada que sobrevivía en la zona hasta mediados del siglo XIX. Otras como los Onge o los Jarawa también lo hacían, pero ya no. Pandit trabajó con ellas, les llevó regalos y en parte las mostró al mundo. Ahora se arrepiente: "Les hemos expuesto a una forma de vida moderna que no pueden mantener. Han aprendido a comer arroz y azúcar. Hemos convertido a gente libre en mendigos". Y es cierto, especialmente en el caso de los Jarawa, víctimas incluso del turismo y los safaris humanos. Muchos de sus miembros han muerto por el contacto con enfermedades comunes, pero desconocidas para su sistema inmunológico. Algunas de las mujeres jarawas han sido esclavizadas como prostitutas, y a otras se las ve cerca de las carreteras bailando a la orden de los turistas que las graban a cambio de un poco de arroz o dulces. Los sentineleses son ajenos al trágico destino que ha golpeado a sus vecinos tribales, pero se defienden de forma subconsciente. De las tribus no contactadas, son la única que sobrevive en una isla, lo que les proporciona una defensa natural y efectiva. Cuando los exploradores británicos trataron de establecer contacto a usando miembros de tribus de las islas cercanas (jarawa, onge o gran andamaneses), éstas no tenían ni idea de la existencia de sus vecinos y no podían entender su idioma.
Pandit llegó a la Isla Sentinel del Norte por primera vez en 1967 y los nativos reaccionaron escondiéndose en la jungla que cubre la práctica totalidad de la isla. Lo intentaron de nuevo en 1970 y 1973, fueron recibidos con flechas y lograron escapar por los pelos. En 1974, al volver a la isla, lo hicieron cargados de cocos y con un cerdo vivo, que dejaron en la costa. Pandit reflejó en sus diarios la reacción de los aborígenes a los regalos: «Nos daban la espalda y se sentaban en cuclillas como para defecar. Pretendían insultarnos y decir que no éramos bienvenidos». En otros vídeos captados desde barcos se les puede ver en una actitud similar: llevándose las manos a los genitales y meneando sus penes en actitud desafiante. Pese a esto, los antropólogos tomaban nota de lo que los sentineleses recibían con agrado y de lo que no. Concluyeron que su obsequio preferido eran los cocos, que no crecen en la isla. E intensificaron sus visitas, que eran recibidas cada vez con menos hostilidad. Fue una labor que llevó décadas hasta que se pudo culminar en 1991. El 4 de enero de aquel año, Pandit y sus compañeros se acercaron a la isla y, por primera vez, fueron recibidos por un grupo de 28 hombres, mujeres y niños desarmados.
La comunicación verbal fue imposible, pero el grupo intercambió cocos, gestos y algunas sonrisas. De aquel encuentro surgieron los pocos datos que se tienen sobre su cultura. Por ejemplo, que sus canciones sólo reproducen dos notas y que sólo son capaces de contar hasta dos. No parecían caníbales (en contra de la creencia popular), aunque sí tenían tradiciones como fabricar collares con las dentaduras de miembros fallecidos de la tribu.
No obstante, el éxito no fue prolongado. Tras ese pequeño impás, en el que ambos grupos se mezclaron en la orilla de la playa, en cuanto se dieron la vuelta para dirigirse hacia su embarcación, los sentineleses recuperaron su actitud hostil y volvieron a lanzarle flechazos. Finalmente, en 1997 el gobierno indio cambió su política y decidió suspender las expediciones debido a los continuos fracasos y a la presión ejercida por varias ONG después de que los Jawara (una tribu que habita islas cercanas a Sentinel del norte) se situase al borde de la extinción debido al turismo y a los "safaris humanos".
En 1974, un equipo de grabación de National Geographic se internó entre las tierras de los sentineleses quienes, al sentirse invadidos en su espacio, atacaron con flechas a los cámaras y reporteros, alcanzando en una pierna al director del documental.
En 1975, el rey Leopoldo de Bélgica realizó una gira diplomática en el archipiélago. Durante un crucero nocturno, trataron de poner pie en la isla, pero un guerrero les ofreció la típica recepción sentilenesa y una flecha alcanzó a uno de los cámaras, situación que hizo que el bote diera media vuelta de forma inmediata.
En agosto de 1981, un carguero de Hong Kong (MV Primrose), se acercó demasiado a la isla y quedó varado en la barrera de coral que la rodea. El capitán de la nave, consciente del peligro, ordenó a la tripulación que permaneciera en el barco en todo momento. Al cabo de unos días, detectaron figuras humanas en la playa. Primero pensaron que era el equipo de rescate, pero tras mirar por los prismáticos descubrieron que eran hombres desnudos y armados en actitud amenazante, que procedían a fabricar canoas de madera, aparentemente con la intención poco amistosa de abordar el barco. los sentileneses no encontraron la forma de trepar hasta la cubierta y sus flechas de madera no pudieron hacer nada contra el acero del casco. Finalmente, los tripulantes fueron rescatados en helicóptero dejando el MV Primrose abandonado (ver marca de posición). El barco permitió a los habitantes de Sentinel, entrar en una insospechada Edad de Hierro. En lo sucesivo, las armas con las que recibirían a los visitantes ya no tendrían puntas de madera sino de hierro. Hoy en día aun es visible en Google Earth y sigue siendo su principal y única fuente de metal.
La noche del 26 de diciembre de 2004 un tsunami azotó el océano Índico causando 280.000 víctimas a lo largo de la costa del golfo de Bengala. Se cree que el tsunami afectó seriamente la isla Sentinel del Norte, pudiendo haber muerto gran parte de sus habitantes, el terremoto inclinó la placa tectónica sobre la que se asienta la isla, elevándola entre 1 y 2 metros. Grandes extensiones de los arrecifes de coral que rodean la isla quedaron expuestos y se convirtieron en tierra firme o lagunas poco profundas, ampliando los límites de la isla que llegó a crecer 1 km en algunas direcciones y uniendo Isla Constance con Sentinel.
En pleno caos, el gobierno indio no se acordó de la isla hasta tres días después del desastre, pero un vuelo en helicóptero unos días después confirmó que al menos varios sentileses habían sobrevivido. El helicóptero, enviado por las autoridades indias para comprobar el estado de la tribu, no consiguió aterrizar y fue objeto de una lluvia de flechas, piedras y lanzas disuasorias a su paso por la isla. Los habitantes parecían estar bien.
El 26 de enero de 2006 dos pescadores furtivos indios (Sunder Raj, de 48 años, y Pandit Tiwari, de 52) se acercaron excesivamente a la isla cuando trataban de pescar cangrejos, decidieron pernoctar en la orilla y murieron a manos de los sentileses. Desde ese momento, el gobierno decidió prohibir todo viaje a la isla y declaró una "zona de exclusión" de 3 millas (5,6 kilómetros) alrededor de la isla. No se tomarán medidas contra los isleños si matan a quien se acerque más allá de esos límites.
Las autoridades de la India entienden que los sentineleses son, de algún modo, conscientes del mundo que les rodea. Ven enormes cargueros a lo lejos y aviones que sobrevuelan su isla, disparan flechas a los helicopteros... pero desean seguir aislados. India, como la mayoría de gobiernos de países en donde sobreviven grupos no contactados, ha decidido respetar esa voluntad y no interferir de ninguna manera en el día a día de los sentineleses.
El gobierno local de las islas Andamán y Nicobar ha declarado recientemente que no tiene ninguna intención de interferir con el estilo de vida o el hábitat de los sentineleses, mientras que el gobierno de la India prohíbe estrictamente que turistas visiten la isla.
Algunas veces, barcos con turistas extranjeros pasan por la isla, pero son ahuyentados por la Guarda Costera. Según el Departamento de Bienestar Tribal, hay constantes patrullajes de las islas para evitar este contacto pero, debido al tamaño del área "hay posibilidad de que alguno se escape" como sucedió en el caso de John Chau.
Más recientemente, el 16 de noviembre de 2018, John Allen Chau (26 años) murió al intentar entrar en contacto con los autóctonos a los que quería evangelizar. Los habitantes, fieles a sus costumbres, lo atacaron con flechas y enterraron su cuerpo en la playa, según relatan los pescadores que trasladaron a Chau hasta la isla. Su cuerpo aún no ha sido localizado y probablemente, jamás se recuperará.
Chau se unió a la secta 'All Nations' para poder llegar a los pueblos no alcanzados por el evangelio y hasta aprendió medicina de emergencia. Según lo publicado en su diario, el joven americano tenía el propósito de hacerse pasar por un pescador y evangelizar a la comunidad local, pero fue acribillado a flechazos mientras gritaba «Jesús os ama» dejando un gran problema al gobierno indio para recuperar su cuerpo.
Las acciones deliberadas (y obsesivamente planificadas) del joven misionero, no solo llevaron a su muerte, sino que llevaron a la cárcel a cuatro pescadores que lo ayudaron en su misión y a su amigo Remco Snoeij, quien afirmó que Chau "había perdido la cabeza”.
En un comunicado en la cuenta de Instagram de la víctima, su familia "perdonó" a los responsables de la muerte y pidió la liberación de los arrestados, ya que Chau viajó "por voluntad propia"
+ info: El Independiente - BBC