El antiguo camino a los Yungas, popularmente conocido como el "Camino de la Muerte", es una ruta montañosa de aproximadamente 80 km de extensión, que une la ciudad de La Paz y la región de Los Yungas. Esta carretera formó parte de la Ruta 3 de la red vial fundamental de Bolivia hasta que su uso quedó reducido al ciclismo.
En la actualidad se trata de una vía ciclista muy apreciada entre los amantes de este deporte, sus descensos pronunciados y su recorrido entre cascadas y paisajes de gran belleza, hacen que merezca la pena el desafío. Debido al gran desnivel y a lo sinuoso de la ruta, es frecuente encontrar neblina o nieblas de circulación rápida (generadas por la elevada humedad); por otro lado, estas variaciones altitudinales nos permiten explorar distintos paisajes y escenarios obteniendo una muestra muy variada de la riqueza de flora y fauna del área protegida Cotapata.
Sin embargo esta vía no es famosa por su valor paisajístico, en 1995 el Banco Interamericano de Desarrollo la bautizó como el camino más peligroso del mundo. La carretera ya era tristemente célebre desde hace años por su peligro extremo y su elevado número de accidentes mortales (con un promedio de 209 accidentes y 96 personas muertas cada año).
Durante muchos años, este camino formaba parte de una de las pocas rutas que conectan la selva amazónica del norte del país, con la ciudad de La Paz. Algunos tramos de la carretera fue construida por prisioneros paraguayos durante la guerra del Chaco, en la década de 1930.
El tramo más famoso es el que parte de La Paz, a 3660 metros de altura, asciende hasta el puerto de La Cumbre, en la Cordillera Oriental a unos 4650 metros de elevación, para después descender ininterrumpidamente casi 3650 metros de desnivel hasta llegar a Coroico. Sus más de 50 Km de descenso hacen de este tramo una de las bajadas más largas del mundo, ideal para los practicantes del downhill.
A pesar de su relevancia, este camino siempre ha sido extremadamente peligroso. Debido a sus pendientes pronunciadas y sin asfaltar, su ancho de un solo carril (3 m en algunos lugares), y a la incomprensible ausencia de quitamiedos o guardarraíles, transitar esta ruta en condiciones normales ya era arriesgado.
Si a esto le sumamos el clima de la zona, con abundantes lluvias y presencia casi permanente de bancos de niebla, el resultado es nefasto. La visibilidad acostumbra a ser mala, el suelo es barro resbaladizo, habitualmente hay desprendimientos de tierra o cascadas y no es extraño que caigan rocas desde lo alto de la montaña debido a la tremenda pendiente.
La peligrosidad de la ruta, estaba además ligada a un alto tráfico de camiones y vehículos pesados que trasladaban productos agrícolas desde la región de los Yungas hasta La Paz, así como pasajeros llegados desde el extremo norte del país. En los primeros 31 kilómetros, el Camino a los Yungas está pavimentado, en algunos tramos la ruta está tan inclinada que los ciclistas pueden llegar a superar los 50 kilómetros por hora. El principal peligro son los camiones, quienes a pesar de las curvas cerradas, viajan a alta velocidad sin dejar mucho espacio a los otros usuarios del camino.
Más adelante, la carretera se convierte en una pista de tierra, este tramo sin pavimentar es el que hizo famoso a este camino como el más peligroso del mundo. Durante los años 90, un promedio de unas 300 personas morían aquí cada año.
El peor accidente ocurrió el 24 de julio de 1983, un autobús se salió del Camino a los Yungas precipitándose por un cañón. Si un vehículo sale de la carretera en este tramo, caerá irremisiblemente por un barranco casi vertical (con hasta 800 m. de caída en la sección más extrema), por lo que los pasajeros poco o nada pueden hacer por salvarse. En este caso murieron más de 100 personas, en lo que pasó a ser considerado el peor accidente vial de Bolivia.